Martha es una alumna rarámuri ejemplar del Colegio de Bachilleres, pues ha logrado mantener una beca para estudiar los cinco semestres que lleva, a la vez que trabaja en la elaboración y venta de pulseras y atrapasueños que vende en los cruceros de la ciudad.
Su familia es una de tantas que ha emigrado de la Sierra Tarahumara a la capital del estado en busca del sustento diario y de mejores oportunidades, lo que no es fácil para la joven que está por ingresar al último semestre de su educación preparatoria, siendo la única de cinco hermanos que ha alcanzado este grado de estudios.
LA RUTINA DE MARTHA
Todos los fines de semana Martha se dirige hacia el crucero en la avenida Nogales y Tecnológico para vender las pulseras y atrapasueños que, junto con su mamá, elabora para poder comer y solventar los gastos básicos de su casa.
Desde que es pequeña recuerda que ha sido difícil para su familia poder salir adelante, sus padres los señores José y Lucía emigraron desde el municipio de Guachochi hace 17 años, los mismos que tiene Martha, para buscar mejores oportunidades de vida pues comentan que en la sierra ya no había trabajo que pudiera mantener a todos sus hijos.
Martha Lico González es alumna del Cobach Plantel 8 y está por cursar el último semestre, bajo muchas dificultades ha podido llegar hasta aquí, de sus cinco hermanos es la única que ha logrado este grado académico.
Martha cuenta con una beca económica otorgada por el gobierno del estado y la donación de uniformes y libros por parte del Colegio de Bachilleres, lo que ha sido fundamental para ella y su familia.
En una casa de dos cuartos viven sus papás, su tía, ella y su hermanito de seis años que duerme en el piso pues solo cuentan con una cama que en la mayoría de las ocasiones tiene que ser
compartida.
El padre de Martha, un señor de la tercera edad, trabajaba hace algunos años como albañil, pero los dolores intensos ocasionados por la artritis le han impedido volver a sus actividades.
En la mayoría de las familias o pueblo indígenas, los hombres no quieren perder sus costumbres, no dejan destacar ni sobresalir a las mujeres, muy pocas terminan su educación primaria, muy pocas cursan o terminan la preparatoria y son contadas las que asisten a la universidad.
Pero don José es la excepción, pues él está muy orgulloso de que su hija Martha esté cursando el bachillerato.
Los rarámuris viven, en su mayoría en la Sierra Tarahumara, pero muchos han emigrado a la capital del estado.
De una pensión por discapacidad y de los productos artesanales que vende Martha, es como logran salir adelante día con día.
“Pues ahí vemos como le hacemos, a veces nos regalan comida, arroz, frijol”, comenta el papá de Martha.
Pero a pesar de que la vida no ha sido nada fácil para esta alumna, reconoce a todas aquellas personas que de una u otra manera le han ayudado a ella y a su familia, la joven estudiante comentó que a pesar de dichas dificultades ella tiene muchos amigos en el “bachi” y que se cooperan entre todos cuando tiene que pagar material, que siempre buscan la forma de ayudarle.
OTRAS ACTIVIDADES
Además de sus clases habituales, Martha pertenece al grupo de teatro del plantel y asiste todos los sábados a los ensayos. “Ya he participado en algunas obras y me gusta mucho”, señaló.
Tres o cuatro autobuses son los que toma a diario para ir y regresar a la escuela, es por ello que además de trabajar los fines de semana intenta vender pulseras y atrapasueños entre sus compañeros.
Además de lo que Martha puede aportar, su tía, hermana de su papá, que es invidente, elabora bolsas de papel para ayudar con los gastos.
Derecho, medicina o enfermería son algunas de las carreras que le gustaría estudiar; Martha está consciente de que asistir a la Universidad enfrenta un reto mayor, tanto para ella como para su familia, pero está segura que el estudio es la única manera de salir adelante.