/ miércoles 17 de noviembre de 2021

Una mujer en la carrera hacia la Luna

Kathleen Rubins es una de las candidatas a tripular la nueva carrera espacial, que la NASA planea para dentro de dos años

Cuando dentro de dos años y medio la NASA aborde el reto de regresar a la Luna, es probable que la frase que Neil Armstrong dejó escrita para la historia en 1969 cambie ligeramente. ¿Será un “pequeño paso para una mujer” el que inaugure la nueva carrera espacial? “Hombre o mujer, será un gran paso para la Humanidad”, defiende una de las candidatas a darlo.

A sus 43 años, la bióloga Kathleen Rubins es la cuarta mujer estadounidense que más tiempo ha pasado en el espacio, en concreto 300 días, una hora y 31 minutos, sumando sus dos vuelos en naves Soyuz a la Estación Espacial Internacional (EEI): 115 días en 2016 y 185 entre 2020 y 2021. Sus cifras incluyen tres paseos espaciales.

Lee también: Acusan a Rusia de irresponsable por prueba de misil espacial

“Kate” Rubins es la primera astronauta de la NASA que se enrola en el programa de formación en geología que organiza desde 2017 (con el paréntesis obligado de la pandemia) la Agencia Espacial Europea (ESA) para enseñar a los candidatos a volar en futuras misiones a la Luna o a Marte a “leer en las rocas” y a recolectar las mejores muestras.

El curso se celebra siempre en Lanzarote, en el archipiélago español de las islas canarias. Sus organizadores tienen claro el motivo: no hay lugar en la Tierra que se parezca más a lo que los astronautas se encontrarán en la Luna o en el Planeta Rojo que el Parque Nacional de Timanfaya y sus alrededores, no solo por sus paisajes “marcianos”, sino también por las diferentes etapas del vulcanismo que pueden verse en la isla, recientes y muy antiguas.

Su directora, Loreana Bessone, sabía que la NASA se iba a sumar al curso en cuanto fuera avanzando el programa Artemis. Solo la elección del nombre del programa que llevará de vuelta a la Luna a la NASA, la ESA y el resto de sus socios públicos y privados es toda una declaración de intenciones: alude a Artemisa, la diosa griega de la caza, una mujer fuerte. La hermana gemela de Apolo, el nombre que quedó unido a la gesta histórica de Armstrong, Aldrin y Collins.

Bessone da un consejo a los periodistas que asisten al retorno de los cursos de la ESA a Lanzarote. Deberían fijarse en Kate Rubins, dice, “probablemente la próxima vez que la vean estará en la Luna”.

Cuando le mencionan por la posibilidad de que sea ella u otra compañera la que esta vez descienda en primer lugar del módulo lunar, Rubins recuerda que todavía no han sido elegidas las tripulaciones que volarán en las naves Orión hacia la Luna, pero también que la NASA tiene decidido que en ellas habrá mujeres.

¿Será esta vez “un pequeño paso” para una mujer?, le preguntan, recordando las célebres palabras pronunciadas por Neil Armstrong el 21 de julio de 1969. “Hombre o mujer, será un gran paso para la Humanidad”, responde, antes de subrayar el “honor” que para ella representa formar parte del programa lunar Artemis.

Los miembros del programa de formación de astronautas de la Agencia Espacial Europea / Cortesía | EFE

La astronauta estadounidense tiene la lección aprendida: “Cuando volvamos a la Luna, tendremos recursos limitados, tiempo limitado en el espacio y una cantidad limitada de rocas que podremos traernos a la Tierra, así que elegir bien será muy importante”.

Lo mismo piensa su colega de la ESA Andreas Mogensen. Este ingeniero danés de 46 años tiene ya experiencia en el espacio (estuvo diez días en la EEI en 2015) y también aspira a ser uno de los elegidos por la ESA para volar con Artemis a la Luna.

Sabe que con el curso de Lanzarote suma méritos: “Cuando vayamos a la Luna y, en el futuro, ojalá, a Marte, uno de los focos principales será la geología”, dice.

“Para mí, lo más valioso es aprender a comprender las rocas. Si puedes leer en ellas, en esencia puedes leer la historia de la Tierra”, argumenta Mogensen.

Al elegir Lanzarote como campo de entrenamientos para astronautas, la ESA no solo piensa en la Luna, mira a más largo plazo, apunta también a Marte. Al preguntar por las razones, de nuevo sale el parecido del paisaje, los paralelismos que existen entre los volcanes del Planeta Rojo y los de Canarias...

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Pero Loredana Bessone y Francesco Sauro explican la clave: en Lanzarote hay diferentes ejemplos, pasados y recientes, de cómo interactúan los volcanes, el agua y la vida. “Estamos buscando si hubo vida en Marte, que pudo haber tenido unas condiciones muy parecidas a las que hay en Lanzarote, por ejemplo, en lugares con aguas termales o anomalías térmicas”, detalla Sauro.

La clase la completa Bessone, con una alusión a las centenarias técnicas de los agricultores de Lanzarote, que cubren los campos con escoria volcánica: “Casi cada piedra es un ambiente para la vida. Hay piedras que tienen porosidad y ofrecen protección a la vida. Todo lo que se utiliza en Lanzarote para dar agua a las plantas, ese lapilli, es un ambiente donde la vida podría prosperar”.

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Cuando dentro de dos años y medio la NASA aborde el reto de regresar a la Luna, es probable que la frase que Neil Armstrong dejó escrita para la historia en 1969 cambie ligeramente. ¿Será un “pequeño paso para una mujer” el que inaugure la nueva carrera espacial? “Hombre o mujer, será un gran paso para la Humanidad”, defiende una de las candidatas a darlo.

A sus 43 años, la bióloga Kathleen Rubins es la cuarta mujer estadounidense que más tiempo ha pasado en el espacio, en concreto 300 días, una hora y 31 minutos, sumando sus dos vuelos en naves Soyuz a la Estación Espacial Internacional (EEI): 115 días en 2016 y 185 entre 2020 y 2021. Sus cifras incluyen tres paseos espaciales.

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“Kate” Rubins es la primera astronauta de la NASA que se enrola en el programa de formación en geología que organiza desde 2017 (con el paréntesis obligado de la pandemia) la Agencia Espacial Europea (ESA) para enseñar a los candidatos a volar en futuras misiones a la Luna o a Marte a “leer en las rocas” y a recolectar las mejores muestras.

El curso se celebra siempre en Lanzarote, en el archipiélago español de las islas canarias. Sus organizadores tienen claro el motivo: no hay lugar en la Tierra que se parezca más a lo que los astronautas se encontrarán en la Luna o en el Planeta Rojo que el Parque Nacional de Timanfaya y sus alrededores, no solo por sus paisajes “marcianos”, sino también por las diferentes etapas del vulcanismo que pueden verse en la isla, recientes y muy antiguas.

Su directora, Loreana Bessone, sabía que la NASA se iba a sumar al curso en cuanto fuera avanzando el programa Artemis. Solo la elección del nombre del programa que llevará de vuelta a la Luna a la NASA, la ESA y el resto de sus socios públicos y privados es toda una declaración de intenciones: alude a Artemisa, la diosa griega de la caza, una mujer fuerte. La hermana gemela de Apolo, el nombre que quedó unido a la gesta histórica de Armstrong, Aldrin y Collins.

Bessone da un consejo a los periodistas que asisten al retorno de los cursos de la ESA a Lanzarote. Deberían fijarse en Kate Rubins, dice, “probablemente la próxima vez que la vean estará en la Luna”.

Cuando le mencionan por la posibilidad de que sea ella u otra compañera la que esta vez descienda en primer lugar del módulo lunar, Rubins recuerda que todavía no han sido elegidas las tripulaciones que volarán en las naves Orión hacia la Luna, pero también que la NASA tiene decidido que en ellas habrá mujeres.

¿Será esta vez “un pequeño paso” para una mujer?, le preguntan, recordando las célebres palabras pronunciadas por Neil Armstrong el 21 de julio de 1969. “Hombre o mujer, será un gran paso para la Humanidad”, responde, antes de subrayar el “honor” que para ella representa formar parte del programa lunar Artemis.

Los miembros del programa de formación de astronautas de la Agencia Espacial Europea / Cortesía | EFE

La astronauta estadounidense tiene la lección aprendida: “Cuando volvamos a la Luna, tendremos recursos limitados, tiempo limitado en el espacio y una cantidad limitada de rocas que podremos traernos a la Tierra, así que elegir bien será muy importante”.

Lo mismo piensa su colega de la ESA Andreas Mogensen. Este ingeniero danés de 46 años tiene ya experiencia en el espacio (estuvo diez días en la EEI en 2015) y también aspira a ser uno de los elegidos por la ESA para volar con Artemis a la Luna.

Sabe que con el curso de Lanzarote suma méritos: “Cuando vayamos a la Luna y, en el futuro, ojalá, a Marte, uno de los focos principales será la geología”, dice.

“Para mí, lo más valioso es aprender a comprender las rocas. Si puedes leer en ellas, en esencia puedes leer la historia de la Tierra”, argumenta Mogensen.

Al elegir Lanzarote como campo de entrenamientos para astronautas, la ESA no solo piensa en la Luna, mira a más largo plazo, apunta también a Marte. Al preguntar por las razones, de nuevo sale el parecido del paisaje, los paralelismos que existen entre los volcanes del Planeta Rojo y los de Canarias...

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Pero Loredana Bessone y Francesco Sauro explican la clave: en Lanzarote hay diferentes ejemplos, pasados y recientes, de cómo interactúan los volcanes, el agua y la vida. “Estamos buscando si hubo vida en Marte, que pudo haber tenido unas condiciones muy parecidas a las que hay en Lanzarote, por ejemplo, en lugares con aguas termales o anomalías térmicas”, detalla Sauro.

La clase la completa Bessone, con una alusión a las centenarias técnicas de los agricultores de Lanzarote, que cubren los campos con escoria volcánica: “Casi cada piedra es un ambiente para la vida. Hay piedras que tienen porosidad y ofrecen protección a la vida. Todo lo que se utiliza en Lanzarote para dar agua a las plantas, ese lapilli, es un ambiente donde la vida podría prosperar”.

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