Consumir alimentos azucarados es posible entre la gente que tiene diabetes, sin temor a una reacción adversa en el organismo, lo aseguró Mariel Belém Reséndiz, quien cada fin de semana se da sus “gustitos”, ella es nutrióloga y educadora en diabetes por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), lleva 26 años viviendo plenamente con ese padecimiento, se lo diagnosticaron a los ocho años de edad.

Ella tiene la tipo uno, de la que se desconoce su origen, y cuando sus papás la llevaron al médico luego de presentar “pérdida de peso pronunciado, sed, hambre y cansancio extremo que no podía ni mantenerme en pie”, en el ISSSTE Hidalgo el médico le dijo que tenía gastroenteritis y con el medicamento se agravó.

En la medicina privada también falló el galeno, una segunda opinión entre un internista y pediatra determinaron la diabetes infantil, en 1996. A partir de ahí las frases de “tu no puedes comer dulces; olvídate de los dulces” fue recurrente.

Recuerda que sus papás no le quisieron comprar una paleta, pues al principio le ocultaron lo que le diagnosticaron.

Hoy, “los mitos sobre la diabetes se deben derribar, vivir con ella es un reto” y el mejor tratamiento es la educación “porque la educación en diabetes es nula” y la gente solo se prohíbe el consumo de azúcar, cuando hasta en los fríjoles hay un tipo de endulzante, destacó.

Hay que diferenciar entre comer y abusar del consumo de los alimentos azucarados, precisó, principalmente de cereales, frutas, leche y leguminosas, pues el azúcar que contiene puede ser almidón, fructuosa, lactosa, maltosa y dextrosa entre otras.

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Hay una ecuación médica que puede emplearse para saber cuánta porción de un pastel, por ejemplo, se puede ingerir: “saber la cantidad de carbohidratos y el nivel de glucosa de la persona y sobre eso calcular la insulina que se va administrar”, por eso es fundamental consultar al especialista en diabetes o nutriólogo, resaltó.