En las ofrendas puestas en los hogares Hñahñus del Valle del Mezquital, conservan elementos originarios propios de esta región indígena, como los panes conocidos como guabrú, en Hñahñu y en español patas de mula o pezuñas.
Estos bocadillos son dedicados especialmente a los fieles difuntos que fallecieron en una edad de plenitud, al ser abuelos, o adultos mayores, estos elementos son parte de una tradición de la panadería tradicional, elaborados en hornos de tabique y con leña de mezquite.
Este pan se amasa con harina de trigo refinada, sal de mar, azúcar morena de caña, levadura fresca, y manteca vegetal, en mesas de madera donde se deja reposar para que comience el proceso de fermentación, hasta alcanzar una consistencia manejable.
Según los panaderos tradicionales, este pan está compuesto de dos partes una base redonda donde se sobrepone una más pequeña, y en medio de ambas se perfora con un palo para formar un ombligo.
Su nombre de guabrú o pezuña se debe a que se asemeja a la extremidad de un caballo o mula, por lo que los primeros panaderos en hornearla vieron esta semejanza y peculiaridad y así decidieron nombrarla.
El guabrú se vende de cinco hasta veinte pesos, según su tamaño ya que los hay desde los tamaños pequeño, mediano y grande.
Este pan de muerto tiene la peculiaridad de durar por un par de meses en la despensa de las familias, ya que incluso en el mes de noviembre se pueden comer recalentados en el comal, acompañados de un café, ponche o atole