En la Unidad de Rescate de Fauna Silvestre, como en toda familia, hay de todo. Por ejemplo, Simba, el león de 12 años que con el bocadillo a unos metros del hocico, se da el lujo de dormir 18 horas; Alaf, el jaguar incapaz de triturar algo más que pechugas de pollo; o Jerry, el mono araña, uno de los animales decano, que a muy temprana edad adquirió el vicio del olor al tabaco, ahora, por decirlo, ya rehabilitado.
Ellos son parte de la lista de 66 animales, de 27 especies diferentes, que hay en la Unidad, ubicada en el Bioparque de Convivencia, en Pachuca. La gran mayoría considerados en extinción: monos araña, jaguar, guacamayas, pericos y tortugas.
Daniel Monroy Lazcano, biólogo y director de la Unidad de Rescate, Rehabilitación y Reubicación de Fauna Silvestre, Endémica y Exótica de México (para fines prácticos Unidad de Rescate de Fauna Silvestre), explicó que reciben animales en malas condiciones de salud.
Desafortunadamente, del 100 por ciento de los que reciben, solo puede liberarse el 10 por ciento. Tras pasar por una evaluación médica, se determina si tienen o no la posibilidad de sobrevivir en la naturaleza.
De aquellos que no se pueden liberar, está Alaf, el jaguar, que tiene 12 años. Proviene de Guerrero y sus antiguos dueños le limaron los colmillos para que no causara lesiones a personas. A raíz de esto no puede triturar hueso y debe comer carne blanda. Liberarlo sería irresponsable, no podría sobrevivir.
Jerry, el mono araña, tiene más de 20 años y fue monito de cantina de los barrios altos de Pachuca. Ahí en la barra le entró el gusto por el olor del cigarro. Aunque ya tiene mucho tiempo sin este vicio, puede inquietarse al percibirlo, pues hace algunos años escapó del Bioparque y la única manera de bajarlo de un poste, fue a través del humo. No es candidato a liberación.
Así también con Peco, de la especie pecari, un puerco salvaje de México, considerado en extinción y es primo lejano del jabalí que es europeo. Fue decomisado en Calnali, donde lo trataban como perrito. No podría ser liberado, pues su carne es muy codiciada.
Lo mismo con Checo, un ave caracara, primo del halcón, fue decomisado pero en Tepeapulco. Lo tenían criándose con gallinas, pues la creencia es que la cruza de estas especies crea un gallo feroz, de pelea. Por este tipo de vida no aprendió a volar.
Estela y Vico, dos búhos cornudos, ambos sufrieron disparo por arma de fuego provocándoles fractura de ala. Otras víctimas de maltrato son dos periquitos, a los que le quemaron sus alitas con peróxido para hacerlos pasar como una especie dorada. Tampoco pueden ser liberados.
A los animales los descartan para su liberación porque sus condiciones de salud o conducta no permite reintroducirlos a su hábitat, y se mantendrán al cuidado en el área de bienestar.
En el Rescate y rehabilitación hay un equipo de 17 personas. En la parte operativa hay dos médicos para el Área clínica, en Bienestar ambiental un biólogo y en Educación ambiental una bióloga. También se apoyan de un programa de voluntariado y de jóvenes que realizan su servicio y prácticas profesionales.
Hace unos días llegó un monito araña desnutrido, era una mascota de una familia que ya no pudo cuidar y lo entregó de forma voluntaria. Está en cuarentena, vigilando su evolución. Una vez que recupere su salud, se reintegrará con los demás.
En este sentido, es muy importante impulsar la educación por el cuidado de la fauna silvestre, pues al menos tuvo que morir el macho alfa y 15 integrantes de una tropa de al menos 30 monos, para que el monito llegara a esta familia.
O en el caso de los periquitos, para tener uno en casa, tuvieron que morir al menos siete por asfixia o estrés en el traslado ilegal.
Para los leones o tigres, en México está permitido su comercio, pero los que lo adquieren solo puede mantenerlo hasta la edad de cuatro meses, porque al quinto sus mordidas son más fuertes y pueden herir, por lo que algunos son abandonados a su suerte.
El 10 por ciento de los animales liberados, en su mayoría, van para el Parque Nacional el Chico o la Barranca de Metztitlán, sitios protegidos y que se garantiza su sobrevivencia. También se liberan en otros sitios, como el caso de un monito aullador, rehabilitado en Pachuca y dejado libre en Palenque, Chiapas.
También está el caso de tres pumas cachorros encontrados en la huasteca hidalguense, rehabilitados y ahora se encuentran en un simulador natural para grandes felinos en Oaxaca. Estarán dos años allá y regresarán a Hidalgo para ser liberados.
La Unidad de Rescate tiene solo inversión municipal de 60 mil pesos mensuales. Cuando los animales son decomisados y la persona aprehendida, un porcentaje de la fianza que paga va para el cuidado del animal, esto en coordinación con Profepa y con la Fiscalía General de la República.
En relación al mantenimiento, los grandes felinos son los más caros, comen cinco kilos de carne al día; el bebé mono recién llegado tiene dieta específica por el grado de desnutrición y cuando estuvieron los tres pumas cachorros, cada uno comía una lata de fórmula de leche con costo de 800 pesos.