Senorina, una mujer de edad madura, recuerda que el 18 de enero de 2019 la explosión del ducto Tuxpan-Tula le arrebató la tranquilidad y le cambió la vida. Su tragedia es por mucho incomparable a la de otras víctimas, porque ese día murieron su esposo Lorenzo Mario, su hijo Alejandro, quien estaba casado con María de Jesús y dejó en orfandad a tres menores, y su yerno Isaac, quien era padre de cuatro niños de su hija Liliana.
La casa de la señora Senorina se localiza en la colonia El Depósito, muy cerca del sitio de la explosión, y contó que ese día iban a dar las 7 de la noche cuando su esposo, hijo y yerno regresaron de su trabajo a Tlahuelilpan.
Los tres fueron directo para la milpa donde estaba la fuga de combustible “porque no había gasolina. Y como andaban diciendo que ahí había, pues fueron. Pero cuando ellos llegaron allá ya estaba casi oscureciendo y fue cuando explotó eso. Nada más fueron a ver si era cierto", contó la mujer.
Su esposo Lorenzo Mario fue de las personas que sufrieron quemaduras y pudo ser trasladado a un hospital, donde murió horas después de ingresar, por lo que al siguiente día pudo reclamar su cuerpo.
María de Jesús platicó que ella vivió el horror, porque fue junto con su esposo Alejandro al sitio donde se derramaba el combustible, pero él caminó más rápido y vio como este y la gente que recolectaba combustible era alcanzada por el fuego.
"Fue muy feo porque ves y escuchas los gritos de las personas y tú sin encontrar a tu familiar. Yo iba caminando por la carretera cuando comenzó a arder. Él acababa de ingresar".
La joven explicó que su esposo acababa de llegar de Tula donde trabajaba y decidió ir porque en redes sociales publicaron que estaban regalando gasolina y él llegó aquí y solamente por ir de curioso a ver: él llegó y prácticamente al entrar, eso se prendió. Fue algo muy rápido, muy instantáneo. Es una impotencia no poder hacer nada: o buscas a tu familiar o ayudas a las personas", señaló.
Alejandro fue una de las 69 personas que fallecieron en el lugar y no pudo ser reconocido. Su cuerpo fue entregado 2 meses y medio después, el 30 de abril de 2019.
También murió en el sitio Isaac, el yerno de Senorina. Su hija Liliana explicó que ella llegó al sitio del incendio y logró identificar en las siguientes horas el cuerpo de su esposo entre quienes perdieron la vida en el sitio del incendio, pero no se lo quisieron entregar.
"Pedían que fuera un familiar directo a reclamarlo, sus papás o hermanos, pero como viven en Oaxaca, pues fue tardado porque ellos llegaron cuando enterramos a mi papá; porque cuando trajeron el cuerpo de mi papá para velarlo, vinieron a acompañarnos funcionarios de Educación Inicial y nos preguntaron en que nos podían ayudar y les dijimos que la familia de mi esposo no podía venir y ellos fueron a Oaxaca por ellos. Les hicieron pruebas de ADN y lo entregaron el 30 de abril", explicó.
La familia tuvo que organizar dos sepelios, el de Don Lorenzo Mario apenas horas después de la explosión y dos meses y medio después el de Alejandro e Isacc a quienes velaron juntos, pero a Isaac lo trasladaron a Oaxaca.
Tras la tragedia, sacar adelante a 7 niños
Aunque el dolor que ha sufrido por la pérdida de sus seres queridos en estos cinco años es enorme, Senorina asegura que ha tenido que sobreponerse para resolver el día a día y junto con su nuera, su hija y otro hijo, sacar adelante a 7 niños, en edades de los 3 a los 13 años y quienes hoy tienen entre 8 y 18 años.
Dice que se resignaron a la ausencia de los tres hombres a los que los niños extrañan mucho y han buscado cómo resolver su vida sin los tres hombres que eran el sostén de la familia, porque solo recibieron 15 mil pesos de apoyo por cada uno de sus familiares y dos de los niños recibieron la beca Benito Juárez que les otorga 300 pesos mensuales.
“A nosotros nos anotaron para los proyectos productivos, pero no nos dieron nada. Buscamos también que nos dieran trabajo en las presidencias municipales de Tula y Tlahuelilpan, pero no nos ayudaron” explica una de ellas.
Senorina recuerda que su esposo y su hijo eran albañiles y su yerno trabajaba cortando y vendiendo alfalfa, mientras las mujeres de la casa se dedicaban al hogar, al cuidado de los niños. Ahora ella trabaja en el campo, en cosecha de jitomates y ejotes, y en ocasiones le llaman para lavar y planchar.
Su hija y nuera trabajan en una fábrica de resortes, donde ganan apenas el salario mínimo, lo que ocasiona, reconoce, que los chicos estén descuidados, pero señalan que están obligadas a dejar la casa porque no recibieron la ayuda económica que el gobierno les ofreció.
Los menores fueron revictimizados
Liliana se queja también de la atención psicológica que les prometieron, pues dice que uno de sus niños fue maltratado y entonces decidieron abandonar las terapias que les ofrecía el gobierno y se quedaron con la atención que les dan en la escuela.
"Sí recibimos atención psicológica, pero de mi parte decidí ya no llevarlos porque la psicóloga trataba mal a los niños; a mi niño chiquito le decía que no cometiera los errores que cometieron sus papás de ir a robar y todo eso. Así para qué lo llevó”.
Las mujeres señalaron que en casa, por el bien de sus hijos, como son pequeños, decidieron no hablar más de la situación en la que murieron sus papás y su abuelo. “Ese tema ya no se toca para no reabrir heridas, porque ellos recuerdan mucho a sus papás porque eran muy apegados".
Algunos huérfanos cayeron en adicciones
En otros casos, tras la explosión en Tlahuelilpan algunos niños y adolescentes que quedaron huérfanos hoy están descuidados y algunos de ellos han caído en vicios.
La secretaría ejecutiva del Sistema Municipal de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), Mariana Navarrete Torres y la directora de la Instancia Municipal para el Desarrollo de las Mujeres, Marlem Mota López, explicaron que tras el siniestro en que 137 personas perdieron la vida, 194 menores quedaron en orfandad.
En Tlahuelilpan hay 74 niños y jóvenes que perdieron a uno de sus padres, la mayoría quedaron al cuidado de sus abuelos, quienes debido a su avanzada edad no los pueden atender bien.
Agregaron que algunas mujeres que quedaron viudas, se fueron a trabajar a otro lado, lo que repercutió negativamente a nivel social.
“A cinco años de distancia muchos niños ya son jóvenes y algunos de ellos han caído en las adicciones, como alcoholismo y drogadicción”, citaron.
Las entrevistadas coincidieron en decir que la mayoría de pobladores de este municipio tiene un conocido que falleció en la explosión, por lo que cambió su vida, sobretodo entre las familias donde quedaron mujeres viudas y niños y jóvenes huérfanos, pues es donde más registran casos de violencia doméstica que han atendido ambas funcionarias.