/ domingo 29 de agosto de 2021

Tlacuilos pintaron murales peculiares

Los murales de la capilla de Santa María Xoxoteco, en San Agustín Metzquititlán son de lo más peculiares por la historia que describe de la evangelización en Hispanoamérica y por su alto grado de conservación, expresó el historiador hidalguense Lorenzo Monterrubio. Los murales fueron rescatados por el promotor y arquitecto Juan Benito Artigas Hernández. Fueron realizados por manos indígenas por instrucción de los Agustinos en el siglo XVI.

Los murales fueron un instrumento para la evangelización del pueblo Otomí. En particular, servían para enseñarles los castigos del infierno cristiano. Su descubrimiento fue en 1976 cuando el sacerdote de la localidad hizo retirar la capa de pintura en el interior del templo para pintarlo de nuevo. El arquitecto en búsqueda de ejemplos para su tesis doctoral, difundió el hallazgo, reunió fondos para su conservación y restauración, y fundó la asociación “Amigos de Xoxoteco”.

Son pinturas originales, con temas del infierno y costumbristas. El dibujo está técnicamente muy desarrollado, con la calidad del colorido y la pintura. La finalidad de las pinturas es un apoyo de la evangelización de los Frailes Agustinos para los indígenas otomíes, ya que adoraban a los antiguos dioses o mantenían antiguas costumbres. Las pinturas de Santa María Xoxoteco pertenecen a la tradición de diseños europeos renacentistas interpretados y ejecutados por los “tlacuilos” o pintores indígenas. Las pinturas las clasifican como únicas en México e Hispanoamérica.

Los murales de la capilla de Santa María Xoxoteco, en San Agustín Metzquititlán son de lo más peculiares por la historia que describe de la evangelización en Hispanoamérica y por su alto grado de conservación, expresó el historiador hidalguense Lorenzo Monterrubio. Los murales fueron rescatados por el promotor y arquitecto Juan Benito Artigas Hernández. Fueron realizados por manos indígenas por instrucción de los Agustinos en el siglo XVI.

Los murales fueron un instrumento para la evangelización del pueblo Otomí. En particular, servían para enseñarles los castigos del infierno cristiano. Su descubrimiento fue en 1976 cuando el sacerdote de la localidad hizo retirar la capa de pintura en el interior del templo para pintarlo de nuevo. El arquitecto en búsqueda de ejemplos para su tesis doctoral, difundió el hallazgo, reunió fondos para su conservación y restauración, y fundó la asociación “Amigos de Xoxoteco”.

Son pinturas originales, con temas del infierno y costumbristas. El dibujo está técnicamente muy desarrollado, con la calidad del colorido y la pintura. La finalidad de las pinturas es un apoyo de la evangelización de los Frailes Agustinos para los indígenas otomíes, ya que adoraban a los antiguos dioses o mantenían antiguas costumbres. Las pinturas de Santa María Xoxoteco pertenecen a la tradición de diseños europeos renacentistas interpretados y ejecutados por los “tlacuilos” o pintores indígenas. Las pinturas las clasifican como únicas en México e Hispanoamérica.

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