Teotihuacanos dejan huella en Tepeapulco

HIDALGO, 150 AÑOS

LUIS CORRALES

  · miércoles 16 de enero de 2019

En Actopan destaca por su volumetría la Capilla Abierta con sus pinturas murales ordenadas por los frailes agustinos. / ESPECIAL

En Hidalgo los teotihuacanos y toltecas dejan sus vestigios en las Ciudades de Tula y Tepeapulco.

Tula es considerada la ciudad de Quetzalcóatl, por la zona arqueológica donde destacan las famosas Cariátides o Atlantes, que son monumentales columnas con forma de guerreros que servían como soporte al templo, los juegos de pelota, su extensa plaza ceremonial y el muro con bajo relieves llamado Coatepantli. En la misma zona es muy interesante el museo arqueológico.

En Tepeapulco se conserva la zona arqueológica Tecolote 1 de típica filiación teotihuacana destacando un cuerpo piramidal y una serie de petrograbados y pinturas rupestres dentro de la zona.

En la época virreinal la religión desempeñó un papel fundamental en la forma de vida de nuestros indígenas. Los centros de reunión económico, social y educativo fueron los conventos, riqueza arquitectónica y cultural como el de Actopan que destaca por su volumetría, por la grandeza de su Capilla Abierta y las pinturas murales donde los frailes la orden de San Agustín enseñaban la doctrina y son consideradas como un extraordinario conjunto de pintura mural.

Otro convento agustino del siglo XVI es el de San Miguel Arcángel en Ixmiquilpan en donde la mano indígena dejo plasmada en los muros del templo hermosos murales con temas prehispánicos, únicos en México por su temática y su ubicación.

Los Franciscanos aunque más modestos nos legaron bellos conventos con claros ejemplos de la mano indígena en su decoración como el de Tepeapulco, el de Apan, el de San José en Tula, el de Tepeji del Río, el de Todos Santos en Zempoala, el de San Francisco en Pachuca y el impresionante conjunto religioso de Huichapan.

En los llanos de Apan las tierras fueron propicias para el establecimiento de las primeras estancias de ganado antecedentes de las haciendas pulqueras y cuna del deporte nacional: la charrería. Entre las haciendas pulqueras más representativas están las de Tecajete, Ocotepec, Tetlapayac, Chimalpa y Tepetates, que son ejemplos de este tipo de arquitectura de mediados del siglo XIX.

El Estado de Hidalgo es pródigo en manantiales de aguas termales donde se puede gozar de agua y de sol en medio de la vegetación. Existen 30 balnearios entre los tienen mayor demanda son: Tzindejhe en el municipio de Tasquillo.; Ajacuba, municipio que cuenta con siete balnearios, Tecozautla en donde se aprovecha un geiser natural en el balneario de Uxdejhe y El Paraíso en Huichapan. En el municipio de Ixmiquilpan han tenido mucho éxito varios balnearios entre los que destaca El Tephé. Las aguas termales han probado sus propiedades curativas y terapeúticas.

La alegría del pueblo hidalguense se refleja en sus fiestas, ferias y tradiciones conjugando costumbres prehispánicas con festividades religiosas cristianas creando singulares festejos en sus diversas regiones. En muchas poblaciones se celebra el carnaval con su sello peculiar. Una de las tradiciones fuertemente arraigadas en la región huasteca es el Xantolo en el que se recuerda a los muertos levantando vistosos altares domésticos con ofrendas artísticamente decoradas durante el 1 y 2 de noviembre.

La feria de mayor importancia económica y social es la feria de San Francisco en Pachuca que se celebra entre septiembre y octubre y que data del siglo XVI. En sus modernas instalaciones se expone el desarrollo industrial, comercial, artesanal, turístico y gastronómico.

Esto es el Estado de Hidalgo, este es el patrimonio cultural de una Entidad que hoy cumple 150 años de su fundación. Falta mucho por desarrollar y trabajar pero contamos con una población trabajadora y que está cociente del papel que estamos representando para el País.

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