El Teatro Hidalgo, Bartolomé de Medina, fue inaugurado en 1887 en lo que podría considerarse como parte de la Plaza Independencia, se ubicaba a tan solo unos pasos del Reloj Monumental de Pachuca; sin embargo, fue demolido en 1943, y luego "reconstruido" en 1957 en lo que conocemos como Plaza Juárez, este reformulado teatro cumple con un ciclo histórico excepcional, ya que es un edificio que actualmente funciona como teatro y que fue ideado como un congreso, inspirado en otro edificio que se ideó como teatro pero que servía como congreso.
La edificación original se debió a una iniciativa de la clase política y burguesa pachuqueña, ya que el Teatro del Progreso, que se localizaba en la Plaza Independencia, estaba en malas condiciones y no respondía a las necesidades de los programas artístico-culturales que se presentaban en el sitio por lo que en su lugar se construyó este nuevo espacio que también se ubicó en el corazón de la Bella Airosa.
El periodo posrevolucionario y el cambio de modelo histórico trajo una serie de ideales respecto a la arquitectura nacional, esto fue tangible en obras como las escritas por el arquitecto Federico E. Mariscal, quien buscaba sumar adeptos que consideraran las edificaciones con toques afrancesados como fuera de la cultura mexicana, por lo que surgió en el país una fuerte intención de consolidar una propuesta estética de carácter nacionalista que evocara a la historia colonial y la mesoamericana, por lo que esta ideología comenzó a restar interés en edificios como este de “arquitectura porfirista”.
En 1941 el Teatro Bartolomé de Medina fue vendido a la sociedad Cadena de Oro, la cual iniciaría la demolición de este edificio de estilo neoclásico, creado con cantera de Tezoantla, material con el que también fue construido el Reloj de Pachuca.
En su lugar se construyó el Edificio y Cine Reforma, al que los pachuqueños de la época le llamaron “Adefesio Reforma”, al que la ciudadanía terminó por aceptar pues albergó entre sus paredes consultorios, una academia de música, un restaurante e incluso algunas viviendas.
Durante la segunda mitad del siglo veinte se registró un crecimiento económico importante para Hidalgo, por lo que, Pachuca, su capital, debía reflejar ese progreso a través de sus edificaciones, fue así que, con la finalidad de dotar al Poder Legislativo de un nuevo edificio, en 1957, se concibió a la Plaza Juárez, un espacio que albergaría el monumento al Benemérito de las Américas, el edificio de gobierno y un parque junto al que se “reconstruiría”, el Teatro Bartolomé de Medina.
La reubicación simbólica del inmueble pretende una reconstrucción de una realidad histórica a través del uso del concepto del teatro original, como un patrimonio perdido y luego recuperado mediante la exaltación del sentido de pertenencia.