Las bajas ventas provocadas por la pandemia del coronavirus, aunado a la falta de circulante en los bolsillos de población, han provocado la pérdida de 730 empleos en el sector cárnico desde el inicio de la contingencia sanitaria hasta el corte del mes de abril, de acuerdo con cifras de la Federación de Tablajeros de Hidalgo.
Aunado a ello, el encarecimiento de insumos para operar como gasolina y energía eléctrica, así como el aumento de 12 por ciento en el costo del ganado en pie en lo que va del año, hacen que el sector atraviese por un panorama complicado, según detalló en entrevista en entrevista para el sol de Hidalgo el presidente del organismo, Jesús Gutiérrez González.
De acuerdo con el dirigente, el sector lleva más de un año sufriendo los embates de la pandemia.
Aquellos primeros tres meses de la emergencia sanitaria, dijo, fueron fatales para el sector debido a que sus ventas cayeron hasta 95 por ciento y aunque han mejorado en meses recientes, no se han podido recuperar debido a que la pérdida de poder adquisitivo entre la población, “no vendemos ni 40 por ciento de lo que vendíamos hace cinco años”.
Alrededor de 60 establecimientos en aquel momento bajaron la cortina, relató el dirigente, sin embargo, reabrieron. No obstante, el panorama no ha pintado fácil debido a que el gremio ha tenido que cumplir con diferentes protocolos sanitarios para trabajar que implica un gasto adicional desde 15 hasta 20 mil pesos según el tamaño del negocio.
“Tuvimos que poner mamparas, poner señalética, tener personas checando la temperatura y poniendo gel, se tuvieron que comprar equipos especiales, todo eso representó una inversión adicional sumando a que no teníamos ventas”, dijo.
La baja de los empleos antes referidos, todos formales, ha sido el saldo que la crisis ha dejado a las 2 mil 600 unidades económicas pertenecientes a este sector afiliadas a la federación, sin embargo, hasta el corte del mes de abril ninguno había cerrado.
“Aunque no ha habido cierres como tal, es preocupante el tema del desempleo, los insumos cada vez más caros para trabajar, por ejemplo, la gasolina, el ganado en pie, así como la electricidad”, dijo.
Los empresarios del sector, dijo, tratan de soportar el panorama complicado a costa de las utilidades, pues es imposible aumentar el costo de la carne, “ya no venderemos, el producto quedaría inalcanzable, su quisiéramos venderla a cómo debería de estar, estaríamos pegándole a los 200 pesos el kilo y actualmente se vende en un rango que va de los 120 a los 150 pesos”.
Esos precios corresponden a negocios tradicionales, pero en autoservicios el kilogramo de bistec de res llega hasta los 169 pesos. “Se trata de un precio no controlado, cada quien lo maneja de acuerdo a la oferta y la demanda”.
Aunque los tablajeros aguantan estoicos, la realidad es que año con año las ventas se reducen entre 8 y 12 por ciento, dijo Gutiérrez González. “Llegamos a tener el mismo potencial de clientes, pero el ama de casa que antes compraba un kilo, ahora se lleva únicamente de dos a tres piezas”.
Para hacerle frente a las complicaciones, las carnicerías han tenido que recurrir a ampliaciones de giro, es decir, ya no solo se dedican a la venta de carne de res y cerdo, sino que introdujeron a las vitrinas pollo y hasta abarrotes.