La académica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y cofundadora de la “Colectiva Rastreadoras de cometas, mujeres en las ciencias y las tecnologías”, Lidia Martha Barajas González, dijo que se ha alcanzado la paridad en áreas relacionadas con las ciencias de la vida -Biología, Medicina, entre otras disciplinas-, pero siguen siendo minoría en informática y tecnología, información digital, física, matemáticas e ingenierías, campos que impulsan la revolución digital y en los que se desarrollarán los mejores empleos del futuro, con mayor retribución económica, pero que no serán para ellas.
Fue en el marco de la conmemoración del 11 de febrero, Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que ofreció la conferencia "Una conmemoración indispensable" en la que aseguró “las investigadoras suelen tener carreras más cortas y peor pagadas; están poco representadas en revistas de alto nivel y a menudo no se les toma en cuenta para los ascensos”
“Persiste el techo de cristal que es una superficie superior invisible en la carrera profesional de las mujeres, difícil de traspasar y que les impide seguir avanzando; su invisibilidad está dada porque no existen leyes ni disposiciones sociales establecidas ni códigos visibles que impongan limitación, sino que está construido sobre otros rasgos difíciles de detectar como son los cuidados, la maternidad, entre otros”, dijo en el evento moderado por la académica del IISUE, Tania Ocampo Saravia.
Por su parte, Carmina Montiel Pacheco, del Departamento de Alimentos y Biotecnología de esa entidad académica, recordó que de las 608 personas galardonadas con el Premio Nobel, solamente 20 (tres por ciento) son del género femenino. “Eso puede ser inquietante, porque somos la mitad de la población que tenemos que trabajar e incursionar en este tipo de áreas”.
Las mujeres viven diversas desigualdades para desarrollarse en la ciencia: representan solo 33 por ciento de quienes realizan investigación; ocupan el 12 por ciento de los miembros de las academias científicas nacionales y reciben becas más modestas que sus colegas masculinos, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU).