ATITALAQUÍA, Hgo.-El principal sufrimiento de los migrantes en los Estados Unidos de Norteamérica es vivir de manera indocumentada pues no tienen derecho a la salud pública y créditos bancarios ni nada y aquí en México padecen por el tránsito que es muy largo y las inclemencias del tiempo.
Los extranjeros provenientes de los países Guatemala, Nicaragua y Honduras huyen del hambre, pobreza y marginación y su ideal no es quedarse en la República Mexicana sino llegar al vecino país del norte para reencontrarse con sus familiares, además que la mayoría son jóvenes de entre 18 a 25 años de edad que realizan la travesía casi a bordo del ferrocarril porque aguantan más físicamente, mientras que los adultos y adultos mayores se quedan en sus países de origen a cuidar a sus hijos o nietos para que estos cumplan su mayoría de edad y puedan emigrar para alcanzar a los suyos.
En esos términos se expresó, ayer, el sacerdote diocesano Luis Ángel Nieto, quien ha luchado por una vida digna de los migrantes en la Unión Americana y México durante más de veinte años.
El entrevistado quien es nativo del municipio de Atitalaquía refirió que ha trabajado con el propósito de que se le respete su derecho de libre tránsito en este país a los migrantes y en los Estados Unidos de Norteamérica de sus derechos adquiridos.
“Incluso, cuando yo estuve en la Unión Americana desde el año pasado 2010 a 2020 organizamos a la comunidad hispana para que reclamará sus derechos adquiridos y donde hubo grandes manifestaciones en ese país” señaló el religioso.
Luis Ángel Nieto precisó que en México hace años se violaban los derechos de los migrantes y hoy en día ha disminuido considerablemente esta situación aunque no se ha erradicado totalmente.
“Durante veintitrés años he defendido los derechos de los migrantes y les regalaba ropa y comida y les conseguía dinero para que pudieran llegar a sus respectivos destinos y es mi labor y deber como cristiano y siento que no hice nada extraordinario solo aquello que mi fe me pidió. Agradezco a Dios el poder ayudar a los migrantes y no tengo bienes, sin embargo, he podido generarlos para ayudar a los migrantes y la gente siempre fue solidaria conmigo para hacer esta noble labor” indicó el párroco católico.
Mencionó finalmente que lleva treinta y tres años predicando la religión católica tanto en este país como en los Estados Unidos de Norteamérica y Centroamérica y hoy en día está en descanso porque sufrió un derrame cerebral y un coma diabético, sin embargo, sigue ayudando a los migrantes conforme a su alcance.