Fue el pasado 16 de enero cuando en el Aniversario del Seminario de Tulancingo, Roberto Morales Rosales fue ordenado diácono de la Arquidiócesis de Tulancingo. Este miércoles, casi seis meses después, recibió el máximo honor que concluye su carrera como seminarista luego de que monseñor Domingo Díaz Martínez impusiera sobre él el sacramento de la Ordenación Sacerdotal, en un evento al que acudieron sus padres, amigos, familiares y también varios presbíteros de la Arquidiócesis.
Conocido durante su vida seminarista por ser un impulsor de la conexión digital con feligreses a través de las redes sociales del complejo educativo religioso, Roberto emitió sus votos sacerdotales en Huauchinango, Puebla, en la capilla de la Virgen de Guadalupe en Huilacapixtla. Ante el arzobispo Domingo, un imponente rito envuelto en cantos profundos y letanías, el ambiente se cubrió rápidamente por el júbilo que la llegada de un nuevo sacerdote trae a la comunidad religiosa.
"La iglesia se fortalece con esta ordenación. Estamos contentos, llenos de esperanza", expresó Domingo para arrancar con la misa. En lo subsecuente, exhortó a Roberto durante la homilía a permanecer obediente de Dios, sin criticar a otros "hermanos sacerdotes" y sin "regañar mucho" a los fieles que tenga bajo su cuidado. Tras un recorrido verbal por las funciones sacerdotales, el nuevo clérigo se colocó recostado completamente sobre el suelo, con las manos hacia enfrente.
Acto seguido y tras la letanía de los santos, el arzobispo enunció los votos y renuncias a los cuales deberá aferrarse en esta nueva etapa de su vida, destacando la idea de ser fiel a Dios, renunciar al pecado y dedicar su vida completamente a la Iglesia. Roberto accedió determinadamente, señal que le permitió a monseñor imponer sus manos y el crisma sobre su cabeza.
"Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios, configura toda tu vida con el misterio de la Cruz del Señor"
Sus papás, quienes lo acompañaron desde que fue ordenado diácono el pasado enero, se encargaron de entregarle las túnicas sacerdotales y recibir el antiguo hábito de diácono: los sacerdotes presentes pasaron a besarle las manos y a abrazarlo, hecho simbólico que marcó el inicio de su vida como presbítero.
Aunque no se conoce todavía en qué parroquia ejercerá está nueva misión de fe, deberá seguir las instrucciones determinantes de Monseñor: no olvidar a las comunidades ni a los marginados, trabajar en la fe para evitar aumento de la violencia y convertirse en misionero de la Palabra, además de ser obediente ya que "si obedeces al Señor, la Iglesia siempre saldrá ganando", concluyó Díaz.