Turistas adquieren más escamoles y chapulines

El huevecillo de hormiga oscila entre 150 a 300 pesos  y el insecto de maíz es de 30 a 100 pesos

César Martínez

  · miércoles 13 de abril de 2022

Rocío Ángeles García, mostró los insectos. / Foto: César Martínez.

TULA DE ALLENDE, HGO.-Comúnmente los escamoles y chapulines que se obtienen en alejadas comunidades de este municipio, durante esta temporada del año, los adquieren más turistas nacionales y extranjeros que habitantes de aquí y puede ser por el precio de este platillo regional.

Incluso, hay personas que habitan en Los Ángeles, California de los Estados Unidos de Norteamérica, que cuando vienen a Tula, se llevan los insectos, principalmente el escamol blanco que es el de mejor calidad y aguanta más tiempo sin refrigeración.

Así lo expresó, ayer, la comerciante ambulante Rocío Ángeles García, quien oferta los huevecillos de hormiga e insectos de maíz, afuera del mercado Felipe Carbajal Arcía, de esta ciudad.

La entrevistada mencionó que mientras los escamoles se venden por medida en lata de atún en ciento cincuenta pesos, en la medida de lata de sardina oscila entre doscientos cincuenta a trescientos pesos.

Mientras que los chapulines la medida en lata cuesta desde treinta a cincuenta pesos y el recipiente de un litro en cien pesos.

“La temporada de estos insectos ya comenzó y por lo regular los consigo en las alejadas localidades de San Miguel de las Piedras y Nantzhá, además que la mayoría proviene del estado de Querétaro” indicó la joven mujer.

Acompañada de sus hijos, Rocío Ángeles precisó que la venta de este platillo regional es impredecible, ya que hay ocasiones que vende hasta quinientos pesos por día y a veces “no se persina” y ninguna ganancia económica obtiene.

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Aseguró que los escamoles si se venden, sin embargo, tardan en “salir”, mientras que los chapulines les gana de trescientos a cuatrocientos pesos, lo cual le ayuda a contribuir en el gasto familiar de su casa.

Finalizó diciendo que la venta de insectos es tradicional aquí desde hace décadas y ella adoptó el oficio desde pequeña, ya que su madre Elena García le inculcó la actividad del comercio de escamoles y chapulines.