Agustina González, originaria de San Nicolás, Ixmiquilpan, prepara tamales con sabor a piloncillo, mismos que vende en las ferias patronales del Valle del Mezquital, pues este dulce típico forma parte de las delicias culinarias, preparadas de manera artesanal, en la región.
Estos tamales se preparan de manera especial, el proceso es diferente a los tamales tradicionales; se comienza con la preparación del piloncillo el cual se disuelve en la lumbre bajo las brasas de leña de mezquite, hasta lograr un líquido espeso.
La preparación de la masa de maíz comienza con la selección de los mazorcas con granos redondos y grandes, lo cuales le darán fuerza al tamal además de un sabor inigualable.
Las hojas de maíz en que se envolverán, son elegidas cuidadosamente, solo las amplias y grandes se ocupan para cubrir el tamal, pues tienen que aguantar temperaturas cercanas a la ebullición.
Cabe mencionar que las cocineras tradicionales no utilizan royal o levadura para que los tamales “esponjen”, en lugar de ello, optan por utilizar recetas ancestrales, como el agua de cáscaras de tomate verde, líquido que es suplemento de la levadura.
Cuando la masa se mezcla de manera perfecta, se preparan los tamales y se amarran con las hojas de maíz, los cuales se colocan en una vaporera que se pone en la lumbre con una base de agua.
Al llegar al punto de ebullición, y con el calor del vapor, comienza la cocción de los tamales que por más de una hora se hornean a fuego lento.
Este manjar se vende por sacos en los tianguis, ferias patronales o se “ranchean” por las comunidades; la vendedoras cargan en sus canastas las bolsas de tamales, y los ofrecen a los transeúntes, automovilistas así como al público en general, todo ello a costos que van desde los 50 hasta los 100 pesos por bolsa.