“Regresé hace unas semanas a tratar de trabajar en la empresa que en la que estaba, pero no han conseguido pedidos de maquilas y me dijeron que es probable que no abran más. He dejado muchas solicitudes de empleo pero no me llaman en ningún lado, es por eso que me puse a vender cubrebocas”, comenta Silvio Luna, originario de esta ciudad de Tulancingo.
Añade que pese a que en estos momentos la competencia es mucha, las ventas que diariamente consigue le son suficientes para poder llevar el gasto diario a su hogar.
“Muchos nos dedicamos a vender mascarillas, para todos sale el sol”, dice.
Explica que conforme pasan los días las ventas disminuyen, dado que los materiales con los que se elaboran son lavables y reutilizables.
“Al principio sí hacía buenas ventas, entre 30 y 40 diarios de a diez pesitos cada uno, pero como son de tela y se lavan, pues solo vuelven a comprar cuando se rompen o se desgastan por el uso".
Por último, dijo que en tanto no pueda tener un trabajo estable como lo tenía hasta el comienzo de la pandemia, continuará ofreciendo su producto en las calles.