TLAXCOAPAN, Hgo.- El campesino Fidel Hernández Rodríguez trabaja diariamente desde temprana hora de la madrugada y hasta el atardecer, como siempre lo ha hecho.
A sus 75 años de edad, aún tiene gran vitalidad para realizar sus labores cotidianas en el campo.
Es un gran ejemplo este campesino del ejido de Tlaxcoapan, persona robusta, de ojos claros y tez blanca requemada por el sol, quien comenta que sigue activo y feliz al estar en contacto con las milpas de sembradío, sus animales de corral, la flora y fauna silvestre del cerro.
Fue entrevistado en una milpa pastoreando sus vacas, que dice le han dado para sobrevivir ya que algunas son de ordeña.
Al iniciar la plática, el entrevistado se acomoda el sombrero y se sienta sobre una piedra al pie de un frondoso árbol de pirul, y dijo que toda su vida ha sido el campo y sus animales. Con añoranzas recuerda cuando se formó el ejido de Tlaxcoapan, allá por los inicios de los años setentas, inicialmente se contaban con más de 720 hectáreas, las cuales se redujeron para lo que sería la fallida refinería.
Recuerda que en su momento fue integrante del comisariado ejidal y fue uno de los iniciadores en la construcción del canal Artículo 27, lo que benefició al riego de más tierras tanto del ejido de Tlaxcoapan como de Atitalaquia, Munitepec y Tetepango, ya que el problema del campo es, entre otros, el agua de riego.
Su vida comienza todos los días a las 5 de la mañana; ordeña sus vacas y posteriormente se traslada en su bicicleta al pueblo, donde vende su leche a sus clientes que gustosos esperan su llegada; antes del medio día ya debe estar de regreso en su corral para llevar a pastar a sus animales; ya por la tarde vuelve a ordeñar sus vacas, para al día siguiente traer su leche a vender.
Refiere que a diario recorre aproximadamente 20 kilómetros entre caminos interparcelarios y asfaltados; el ejercicio le ha dado fortaleza para seguir activo en sus labores. Don Fidel tiene muchas historias y vivencias por contar, desde apariciones en el monte, ovnis y todo lo relacionado con el campo y ganadería. Toma un suspiro y dice que ya la tranquilidad se está acabando, porque ya ni el campesinado se salva de los robos y abigeos.
Mencionó que son personas que no quieren trabajar, no saben valorar lo que cuesta ganarse la vida honradamente y con el sudor de la frente un peso, citó el agricultor.
Después de larga platica se levantó y corre a arrear sus vacas, sus perros corren tras de él; en esta ocasión dijo que no pudo traer a su caballo ya que lo dejó descansando, pues también le apoya en los trabajos del campo. Don Fidel, como todos lo conocen, es una persona de trabajo, incansable, con sabiduría por su experiencia, ejemplo que deberían seguir las nuevas generaciones.