Se preserva la tradición del bordado

Para algunos, sólo es mano de obra a veces muy mal pagada, pero otros sí reconocen el trabajo realizado

Concepción Ocádiz

  · viernes 23 de octubre de 2020

Desde niñas hasta adultas mayores, no dejan de plasmar la cosmovisión de su pueblo en los lienzos. / Concepción Ocádiz

Ya son casi ocho meses en que la contingencia por Covid-19 ha afectado económicamente a lo población de Tenango de Doria.

Julieta San Agustín añade que ella llegaba a vender entre una y hasta 3 piezas a la semana, sobre todo los domingos, ya fueran blusas, gorras o vestidos.

“Se piensa que uno gana mucho, pero la verdad es que uno lo hace más por preservar, pues se gana vendiendo más frijoles o maíz que un tenango, porque, además, hay quienes quieren pagar menos y entonces terminando casi regalando nuestro trabajo”.

Dice que son muchas personas que se dedican al bordado, que siguen preservando pese a la pandemia.

Desde niñas hasta adultas mayores, no dejan de plasmar la cosmovisión de su pueblo en los lienzos, bordando flores y animales multicolores, sobre manta blanca o negra, haciendo piezas únicas.

“Hay quien nos compra las piezas y con ellas hacen bolsas, o blusas y otras prendas, pero pues ahora nuestra producción se redujo al no haber gente que viene, muy poca y es con la que ya tenemos un trato de años”.

Asevera que ella así como otras mujeres y hombres también, son la mano de obra a veces muy mal pagada, pero otras más, reconocidas por la gente como unas obras de arte: “Que se sepa que en Tenango somos gente de trabajo y la contingencia no nos detendrá esta tradición”.

“Estos días los hemos dedicado a enseñar a los hijos a bordar, para que no se pierda la vocación de este pueblo; si somos reconocidos mundialmente que al menos se sepa que en este municipio seguimos trabajando y esperando que pase lo del Covid-19”.

Es un legado que comenzó a gestarse en la década de los 60’s y que en la historia de Tenango de Doria jamás habían detenido la producción, como ha sucedido desde marzo.

Los turistas eran sus principales clientes de los bordados de tenangos. Ganaban poco dinero que, sobre todo, lo destinaban no solo para comprar parte de la despensa o sacar los pendientes del hogar sino para seguir comprando hilos y manta y con ello, continuar preservando la tradición de las mujeres, sobre todo, que bordan, comentan entrevistadas.

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