Hidalguenses han sobrevivido al Covid-19, tal es la historia de Héctor, de Zacualtipán, así como de Pablo y Julio, oriundos de Metztitlán, quienes radican en Nueva York, epicentro de la pandemia en Estados Unidos.
Héctor refiere que ha visto y sabe de muchos contagios, además de fallecimientos. Padeció el coronavirus, fue hospitalizado, pero salió adelante de esta enfermedad.
“Por no guardar distancia. No me lavaba las manos ni usaba cubrebocas, pensando que eso era mentira”.
Entre los síntomas que presentó, hubo fiebre por tres días, dolor de cuerpo, dificultad de respirar y pensó que era normal. No tenía fuerzas, además tenía nauseas y al cuarto día, añade, perdió el olfato y el gusto de los alimentos, aunado a que veía borroso. “Esto es algo muy delicado. Tenemos que tomar todas las medidas de precaución posibles. A mi esposa la contagié, pero gracias a Dios salimos de esto juntos”.
En tanto, Pablo añade que no supo cómo se contagió. “Yo trabajo repartiendo comida y tengo muchos contactos con clientes. No me protegía y pensé que no era tan importante”.
Al sentir dolor de cabeza, diarrea, escalofríos, tos seca y dolor de cuerpo, vio que era serio, “porque después ya no podía respirar y caminar. Comencé a asustarme porque nunca había pasado por una enfermedad como esta. Al legar al hospital los doctores me dijeron que tenía que estar en cuarentena y con oxígeno", dijo, para luego recomendar: "Mi gente de Hidalgo, quédense en casa y cuídense”.
Julio, quien venturosamente no ha enfermado de coronavirus, comenta que esto es “gracias a Dios, pero la angustia se ha apoderado de mí. No duermo; nada más estoy pensando en ello. Muchos creen que esto es un invento y hasta me tiran de loco cuando hablo a mi tierra con la gente que conozco. Dudan que sea cierto, pero todo lo que hemos visto es real”.
Lamenta que muchos migrantes hidalguenses y de otras partes de México que fueron a buscar el sueño americano, que se convirtió en pesadilla, hoy no tengan dinero para pagar la renta. Agrega: “Los han echado a la calle y entonces el riesgo de contagio en la vía pública es mayor. Uno vive en constante terror, que ni dormir se puede. Lo importante es subsistir y vivir para contarla y lamentablemente hay quien se quedará en el camino”.