La Mina Acosta comenzó a operar en 1727 y mantuvo su actividad productiva hasta 1985, actualmente, es considerada como uno de los museos de sitio más importantes en Hidalgo ya que en ella encuentran vestigios del pasado minero, además de que, junto con su arquitectura son testimonio de diversos momentos históricos: la Colonia, la inmigración e inversión inglesa en el estado iniciando con la era del vapor y la llegada de la electricidad de la mano de capital norteamericana.
Con base al Archivo Histórico y Museo de Minería, en este yacimiento se extrajo plata, oro y plomo desde la época prehispánica y también fue explotada durante la Nueva España, en el siglo 17; sin embargo, llegó a la etapa de decadencia en 1810, con la Independencia.
La llegada de los ingleses de Cornualles en 1824, significó otro periodo de explotación para la Mina Acosta y otras como la Dificultad, etapa que concluyó alrededor de 25 años más tarde cuando los empresarios británicos quebraron y la mina pasó a ser parte de la Compañía Real del Monte y Pachuca, quienes culminarían los trabajos de extracción en 1985.
Sin embargo, fueron los ingleses quienes durante su estancia lograron en importante avance tecnológico para este yacimiento, ya que trajeron consigo máquinas de vapor que permitían desaguar las minas y construyeron enormes casas de máquinas que permitían la operación de estos mecanismos y calderas.
Durante el siglo 20 los inversionistas estadounidenses transformaron los espacios creados por los ingleses con el uso de electricidad, y fue gracias a ellos que en el patio de la Mina Acosta se instaló una horca y contra horca, un potente malacate con una molienda y un sistema de funiculares que permitían elevar a la superficie los minerales obtenidos.
Tras permanecer en el abandono por alrededor de tres años, en 1988, un grupo de investigadores interesados en la minería, vieron en la Mina Costa los elementos necesarios para que fungiera como un museo y lo consiguieron por lo que este espacio fue inaugurado como museo de sitio hace 22 años, el 22 de junio de 2001.
Ahí, a partir de fotografías y diversos documentos se logró crear una maqueta en la que se muestra el conjunto arquitectónico y el funcionamiento que tuvo la Mina Acosta, en distintos momentos de su historia.
Desde entonces este sitio se convirtió en un museo imperdible tanto para visitantes locales como extranjeros pues en sus patios y en su socavón de 400 metros de profundidad se cuentan historias del trabajo, explotación, vida y muerte de los mineros, que conforman la identidad hidalguense.