Maestros del lustre de zapatos, botas y zapatillas han regresado a recorrer las calles y a usar el cajón de bolero, luego que cerraran el Jardín La Floresta, en Tulancingo.
Desde el anuncio de la clausura temporal de algunos espacios públicos en la ciudad, varias personas dedicadas a este noble oficio han tenido que buscar el sustento recorriendo el centro.
“Más o menos calcúlale: llevó 50 años aquí, tenía entre 8 y 10 años cuando empecé, estuve trabajando y después fui a la albañilería y regresé acá”, comenta Gabriel Tapia, bolero que camina en la zona del jardín.
A decir del lustrador son 50 de ellos quienes laboran entre los pasillos de La Floresta, pero muchos han buscado otro ingreso y para algunos más este oficio es su única fuente de trabajo.
“Si nos buscan, gracias a Dios, esperamos a los clientes o los buscamos, poco a poco va saliendo el trabajo”, dice el bolero.
El área verde, el Centro Cultural y el Corredor Intermunicipal fueron reabiertos, sin embargo los acordonaron nuevamente desde el mes de julio ante el creciente número de casos de Covid-19 en el municipio.
“Ya habíamos comprado plásticos, guantes, cubrebocas, gel. Cumplimos con todo y de nuevo nos volvieron a cerrar. Entonces a buscarle”, concluye el bolero.