Alicia, llega de Huauchinango, Puebla, todos los jueves a Tulancingo, cargada con 300 tamales que ella hace durante la madrugada, para venderlos el día de plaza. Ella, dice que aprendió a hablar español por necesidad: “Para que me entendieran y compraran lo que yo hago y así llevarme un dinerito a mi casa”.
Al igual que otras mujeres y hombres, tuvo que adaptarse, y dejó de ser mono lingüista. Es otomí, y comenta que: “A los 12 años empecé a trabajar en ésto en mi pueblo, pues ahí si me entienden, pero aquí no me entendían por el español, entonces como pude llegué, desde hace más de 30 años a Tulancingo a vender mis tamalitos y con el paso del tiempo aprendí bien”.
Antes hacía tamales de puro de frijol, ahora de pollo y puerco, verdes y rojos: “la misma gente me lo pidió, pero antes no los entendía, fui aprendiendo sin perder mi idioma (lengua nativa) que sigo hablando con mucho orgullo”. No tuvo estudios, ya que, al morir su papá, tuvo que ayudar a la familia, trabajando en lo que incluso no sabía, aprendió sola a hacer sus productos, además, el español, “escuchándolo con la gente, con mis clientes, no tuve maestros”.
Esta mujer sigue preservando su lengua, al igual que su hija que le ayuda a ofrecer los tamales en las calles de Tulancingo, mientras ella, espera sentada, en la banqueta, con el sol a cuestas “la edad ya me agota, aquí espero con mis canastas que me traigo cargando en el camión”. Dice que para no perder su lengua sigue practicando con otras mujeres que llegan al igual que ella con la esperanza de ser escuchada “tamalitos, bien baratos”.
Cabe citar que, en Hidalgo, hay 385 mil 836 personas que hablan alguna lengua indígena. Y, en el país 7 millones 382 mil 785. Las cinco principales en el Estado son: náhuatl con un 63.3 por ciento (245 mi1 53l); otomí: 31.4 (115 mil 869); tepehua con 0.5 por ciento (1 mil 818), mientras que mixteco (677) y zapoteco 0.2, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).