TLAXCOAPAN, Hgo. El esposo de Verónica Escamilla Reyes, Emanuel Francisco Mendoza Ramírez fue una de las personas que murió el 18 de enero de 2019,en la explosión e incendio del ducto de Pemex, en las inmediaciones de la colonia San Primitivo, en Tlahuelilpan, pero ella tuvo que hacer a un lado su dolor ese día, para concentrarse en confortara su hijo Emanuel, en ese tiempo un adolescente de 17 años, quien sobrevivió al incendio, pero tuvo quemaduras en el75 por ciento de su cuerpo.
A tres años de la tragedia, Verónica se resiste a querer recordar lo sucedido ese día, porque el dolor aflora, como si acabara de ocurrir, pero accede a contarlo vivido. Son vecinos del municipio de Tetepango pero desde hace muchos años de martes a viernes, venden enchiladas en Teltiltipán.
Hace tres años estaba en el puesto esperando que llegaran su esposo que era obrero de La Cerillera y su hijo que estudiaba la preparatoria, por lo que cuando se enteró del incendio no sabía que ellos estaban entre las víctimas, pensó que iban en camino. Les llamó pero no le contestaron y luego los vecinos les dijeron haberlos visto en el lugar que está de paso y se detuvieron, cree, por curiosidad.
“Fue un viernes. Pues veía yo pasar ala gente, que corría, que (decían que) ya había explotado allá. Yo ya llegue demasiado tarde). Cuando yo ya me enteré que ellos estaban (entre las víctimas),llegué demasiado tarde. Mi hija encontró a Emanuel en el Hospital de Cinta Larga, pero ya iba para afuera, para Actopan” recordó.
Como su esposo no estaba en ninguna lista de heridos, regresaron a la milpa a las 4 de la mañana a buscarlo, junto a sus dos hijas hurgó en la zanja hasta que lo encontró, “lo reconocimos por una cadena que pendía de su pecho.” Refiere que les entregaron el cuerpo de su esposo un día después el domingo 20 de enero para sepultarlo.
Por la gravedad de las lesiones de Emanuel, al ser menor de edad, la fundación Michou y Mau hizo arreglos para trasladarlo de inmediato a Galveston, Texas, al Hospital Shriners, donde estuvo hospitalizado siete meses, tiempo en el que ella no se apartó de su lado y por tanto no pudo estar presente en el funeral de su esposo.
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En otro momento comparte que ninguno de los dos se metió a sacar combustible, pero se colocaron en el extremo de la zanja, donde hoy hay un centenar de cruces y por eso fueron alcanzados por el fuego cuando la toma estalló y no lograron ponerse a salvo, “no sé, si de la desesperación corrieron para adentro dela zanja en vez de afuera, porque estaban juntos los dos”, explicó.