Cerca de 350 personas acudieron a la ceremonia religiosa por el 158 aniversario del Seminario en Tulancingo, misa oficiada por el arzobispo Domingo Díaz Martínez y en la que fueron ordenados diáconos los seminaristas Roberto Morales Rosales y Daniel Ibarra Sánchez, ambos acompañados por sus familias. Durante la homilía de la misa, monseñor recordó la misión sacerdotal para vivir en paz y en gracia.
También se dieron cita en la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles al menos cien seminaristas y sacerdotes de las distintas parroquias de la región quienes fungieron como testigos de la ordenación y llamado del obispo para que los sacerdotes "se dediquen a la oración, porque cuando lo hacen enriquecen a la Iglesia y cuando no, la empobrecen".
La celebración arrancó cerca de las 12:20 horas, cuando en procesión ingresaron desde el patio trasero del templo para tomar asiento en el Santuario mejor conocido como de Los Angelitos. Tras la liturgia habitual, monseñor tomó la palabra y paso a paso explicó el rito que enmarca la ordenación diaconal, a la vez que tanto Roberto como Daniel recibían de rodillas la bendición de sus familias. Acto seguido, se sentaron junto al altar principal.
Díaz Martínez explicó que previo a la celebración, tanto él como los sacerdotes formadores sometieron a ambos candidatos al periodo llamado de "escrutinio", en el que definirán si son dignos para recibir la imposición de responsabilidades eclesiásticas. Luego, ambos se pusieron de pie para profesar su fe ante Dios e hicieron el juramento de fidelidad y obediencia para la iglesia. Procedieron a realizar sus votos de castidad y celibato, principio fundamental ya que según monseñor, para los sacerdotes "la esposa nuestra es la Iglesia y nuestros hijos son todos los hijos de Dios".
Fue ahí que el clérigo pidió a sacerdotes orar desde sus distintas parroquias, toda vez que "la encomienda clara del sacerdocio es la oración porque la oración del sacerdote enriquece mucho a la Iglesia". Asimismo, recordó en el día del Seminario que otra misión de este oficio es "dedicarse a evangelizar, hablar de la palabra de Dios, de su madre, de su espíritu y hablar de Dios. También lo es promover la misericordia y organizar la caridad para vivir contentos, en paz y en gracia".
Finalmente, pidió a los asistentes encaminar su oración para apelar a Cristo y Dios por más vocaciones sacerdotales y exhortó a que mediante plegarias, la Virgen de los Ángeles mande "algunos angelitos" para cuidar al Seminario de Tulancingo y llene los corazones de sus sacerdotes de amor, sabiduría y gracia.