/ lunes 4 de mayo de 2020

Chinicuiles, todo un manjar inaccesible para los bolsillos

Ahora, hasta los procesan para hacer sal del igualmente conocida como chilocuil

Vendedores de chinicuiles se están quedando con buena parte de lo que traen, a la región Tulancingo, pues casi nadie les compra, si antes era un kilo a la semana, hoy, apenas unos vasitos, sin embargo, no quieren que se pierda la tradición gastronómica.

Ubicados en tramos carreteros, aunque igual en mercados y en las proximidades de la iglesia de Los Angelitos, los comerciantes, refieren que la tradición no debe extinguirse y pese a que tienen pocos clientes, persisten con la esperanza de que alguien detenga su paso para adquirir estos gusanos que son asados o en salsas de molcajete con un buen pulque de la zona del Altiplano.

Predominan en esta temporada, aunque en gran parte del año se venden, pues ahora, hasta los procesan para hacer sal del igualmente conocido como chilocuil.

Los altos precios en el mercado, de por sí, los hacen inaccesibles para muchos. Ahora es peor ante el panorama de pocos salen y por ende no hay ventas, reconoce Valentín: “Es muy duro, y aunque no invertimos en tenerlos, pues nosotros mismos los sacamos del campo, es parte de lo que nos da la naturaleza, sí es desgastante estar buscándolos, también por eso son caros, no cualquiera los encuentra”

Los gusanos son extraídos, principalmente, por debajo de los magueyes, los cuales son replantados, dicen expendedores. Es todo un reto, ya que el tiempo, es fundamental, tardan horas o días buscándolos.

Se venden en bolsas o en vasos y pueden costar entre los 30 y 50 pesos, sólo apenas unos 12 de estos animalitos, y hasta unos 700 a 900 pesos según la cantidad y donde se compren.

Y cuando no llegan a expenderlos todos, como ha estado sucediendo con los tecoles, refieren quienes llegan a esta región desde el Altiplano, los guardan en vitroleros con una piña de maguey.

Arriban comerciantes de Zempoala, Sahagún, Apan y Singuilucan, principalmente, pero añaden, tienen que venderlos en promedio en no mayor de un mes, pues la vida de los gusanos rojos, es de 30 días.

Esto es parte de la gastronomía hidalguense. Y tienen una base histórica: Se dice que los aztecas los consideraban un verdadero manjar.

Vendedores de chinicuiles se están quedando con buena parte de lo que traen, a la región Tulancingo, pues casi nadie les compra, si antes era un kilo a la semana, hoy, apenas unos vasitos, sin embargo, no quieren que se pierda la tradición gastronómica.

Ubicados en tramos carreteros, aunque igual en mercados y en las proximidades de la iglesia de Los Angelitos, los comerciantes, refieren que la tradición no debe extinguirse y pese a que tienen pocos clientes, persisten con la esperanza de que alguien detenga su paso para adquirir estos gusanos que son asados o en salsas de molcajete con un buen pulque de la zona del Altiplano.

Predominan en esta temporada, aunque en gran parte del año se venden, pues ahora, hasta los procesan para hacer sal del igualmente conocido como chilocuil.

Los altos precios en el mercado, de por sí, los hacen inaccesibles para muchos. Ahora es peor ante el panorama de pocos salen y por ende no hay ventas, reconoce Valentín: “Es muy duro, y aunque no invertimos en tenerlos, pues nosotros mismos los sacamos del campo, es parte de lo que nos da la naturaleza, sí es desgastante estar buscándolos, también por eso son caros, no cualquiera los encuentra”

Los gusanos son extraídos, principalmente, por debajo de los magueyes, los cuales son replantados, dicen expendedores. Es todo un reto, ya que el tiempo, es fundamental, tardan horas o días buscándolos.

Se venden en bolsas o en vasos y pueden costar entre los 30 y 50 pesos, sólo apenas unos 12 de estos animalitos, y hasta unos 700 a 900 pesos según la cantidad y donde se compren.

Y cuando no llegan a expenderlos todos, como ha estado sucediendo con los tecoles, refieren quienes llegan a esta región desde el Altiplano, los guardan en vitroleros con una piña de maguey.

Arriban comerciantes de Zempoala, Sahagún, Apan y Singuilucan, principalmente, pero añaden, tienen que venderlos en promedio en no mayor de un mes, pues la vida de los gusanos rojos, es de 30 días.

Esto es parte de la gastronomía hidalguense. Y tienen una base histórica: Se dice que los aztecas los consideraban un verdadero manjar.

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