Los mexicanos celebramos a lo grande el Día del Padre, dedicamos este día a consentir al hombre que nos dio la vida, que nos vio crecer y que, junto con nuestra madre, marcó nuestro rumbo, nuestro camino. Sin embargo, en muchos hogares este día no será igual, porque la pandemia se llevó parte de su corazón, parte de la esencia familiar, y aunque queda el recuerdo, la herida todavía está abierta, por lo que hoy queremos hacer un merecido homenaje a aquellos papás que se fueron este último año y que lamentablemente son parte de las estadísticas del Covid-19.
Este es el caso de don José Daniel Sánchez Garay, quien no superó el contagio, pero dejó recuerdos imborrables en sus seres queridos, momentos llenos de amor, de entrega y superación en sus familias.
“Mi papá era la cabeza, era el encargado de la familia. Él falleció el 20 de diciembre, hoy cumple seis meses de haberse ido. Nosotros festejábamos el día del papá, a él le gustaba que estuvieran todos sus hijos y que lo celebráramos con él, por lo menos hacíamos una carne asada.
Este domingo será muy diferente, porque él ya no está con nosotros, así es que de muchos ánimos no estamos, aunque no le faltará su misa, flores y veladora”, dice Mireya Sánchez, la hija mayor de don José. Mireya recuerda y agradece a su padre todas sus enseñanzas porque fue criada con valores y con amor al trabajo, a la superación, y de lo cual su padre estaba orgulloso.
“Mi papá me hizo ser la mujer que soy, al igual que a mis hermanos. Vamos a seguir con su legado, con sus enseñanzas, hasta el momento es muy difícil -el duelo-, fue buen papá, buen esposo, siempre vio por sus hijos, y estuvo al pendiente de su nieto”.
Entre sus vivencias, Mireya recuerda que en su graduación su papá gritó emocionado en el momento que dijeron su nombre, y que cuando era niña la llevaba al campo, la subía en la tapadora y se iban a sembrar, o en la trilladora.
“Mi infancia fue criar marranos y él me enseñó muchas cosas, desde agarrar una pala, un pico, porque siempre fue un hombre de campo, criaba puercos, tengo muchos recuerdos de él. Físicamente era alto, güero, le gustaba usar sombrero, que después cambió por la gorra, medía más de 1.90. Se contagió.
Él era transportista”, explica Mireya con el sentimiento a flor de piel. De igual manera, Erik Ángeles recuerda a su padre y a través de sus palabras trata de hacer un merecido reconocimiento a don Justo Ángeles, pues señala que en vida no le dijo lo mucho que lo amaba y lo agradecido que estaba con él por haber sido un gran pilar en su vida.
“Mi papá fue una gran persona, un gran ser humano, sobre todo un gran padre, y que a pesar de su trabajo, de estar lejos, siempre tenía ese detalle de estar con nosotros, no importaba o más bien no sé cómo lo hacía, pero siempre estaba con cada uno de nosotros”, señala Erik.
Añade que “mi papá jugaba un rol muy importante en nuestras vidas, porque tú le hablabas y siempre te daba un consejo; siempre te decía las cosas directas, no mentía, él era una gran persona. Para mí fue un excelente padre, en sus últimos mensajes que recibí de él fue: te quiero hijo, tú y tu hermano cuídense, frecuéntense, estén juntos, los quiero”.
Con el sentimiento en boca, Erik se sinceró: “Muy pocas veces le dije a mi papá que lo quería mucho, no se lo decía tan seguido, por eso les digo a las personas que tienen vivos a sus padres: valórenlos, díganles lo mucho que los quieren, y ojalá que esta enfermedad no toque a nadie de su familia”.