Como parte del ciclo que se lleva a cabo año con año en la iglesia católica, se recordó a los feligreses que el tiempo ordinario, comenzó luego del bautismo de Jesús y sirve para meditar sobre su vida ordinaria en compañía de los discípulos y vivir en semejanza, aplicando en la vida diaria acciones para tener un progreso.
Este tiempo litúrgico es el más largo del año debido a que dura entre 33 y 34 semanas, por lo que de acuerdo a información difundida por la revista Desde la Fe, este periodo no es menos importante que los demás, sino que mediante este nombre se le intenta distinguir del ciclo de Pascua y el de Navidad.
“Tiene su gracia particular…en este Tiempo Ordinario vemos a un Cristo ya maduro, responsable ante la misión que le encomendó su Padre, le vemos crecer en edad, sabiduría y gracia delante de Dios su Padre y de los hombres, le vemos ir y venir, desvivirse por cumplir la Voluntad de su Padre”, se lee.
En ese sentido, la iglesia católica instó a los feligreses a ocupar este tiempo para crecer y tener un progreso en todas las tareas ordinarias de su vivir diario, como en el matrimonio, en la vida espiritual, profesional, en el trabajo, en el estudio y en las relaciones humanas: “Debemos crecer también en medio de nuestros sufrimientos, éxitos, fracasos”.
Además se detalló que este tiempo se divide como en dos partes, la primera, es desde la Epifanía y el bautismo del Señor hasta el comienzo de la Cuaresma y la segunda, después de Pentecostés, hasta el Adviento. Y que el color litúrgico que se utiliza en él es el verde, el cual brinda esperanza.
Por ello, los creyentes católicos deberán emplear este tiempo para fortalecer sus relaciones y seguir progresando en todos los ámbitos de su vida, con la finalidad de ser mejores personas, más humildes, solidarios, además de valorar el silencio, la soledad y lo permanente.