Debido a que se ha perdido el verdadero sentido de la Eucaristía, la iglesia católica recordó a los creyentes la importancia de comulgar con responsabilidad, por lo que difundió los requisitos que se necesitan para poder hacerlo, entre ellos destaca ser católico bautizado y no tener pecados graves.
En la actualidad, los sacerdotes han detectado que la feligresía comulga por costumbre, algunos solo van un rato a misa, la escuchan y se van, sin concluir con el acto más importante que es el recibir la Santa Eucaristía y algunos otros solo ven el hecho como algo cotidiano y se limitan a recibir la hostia para cumplir con el ritual.
Por ello, para recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los feligreses deben de ser católicos bautizados; haber hecho la Primera Comunión; no tener conciencia de pecado grave y en caso de que así lo sea, de manera indispensable deberán confesarse con antelación a menos de que exista alguna razón de causa mayor como una enfermedad.
Asimismo, para evitar malas prácticas, se reiteró que no pueden comulgar aquellos que vivan en unión libre o en alguna otra situación irregular, por lo que estar en matrimonio es uno de los puntos importantes para todos aquellos que comparten el techo.
El ayuno Eucarístico es otro factor que influye para comulgar, debido a que los creyentes deben evitar la comida, bebida y cualquier tipo de golosina al menos una hora antes, exceptuando de esta norma solo a los enfermos o a quienes reciben la Comunión desde casa u hospitales.
Además, los feligreses deben acudir a la homilía, con respeto y mantener ciertos modales para no caer en distracciones, como guardar orden, poner atención al Evangelio, tener el celular en silencio y recibir la Comunión sin estar bajo el influjo de drogas o alcohol.
Mediante estas sugerencias, la iglesia busca que los asistentes sean más reflexivos con el verdadero significado de la Eucaristía, un acto solemne que data del año 1208 y que simboliza a través de elementos como la hostia sagrada; el vino de consagrar; el agua bendita y el incienso, el aceptar a Jesucristo.