Puente de beso, un sitio de leyenda para visitar en Huasca

Un lugar en el pueblo mágico que recuerda a un ser amado fue en busca de un mejor futuro, pero él nunca volvió

Alejandra Soto / El Sol de Tulancingo 

  · lunes 1 de julio de 2024

Huasca es un municipio lleno de leyendas y cosmovisiones, incluso, uno de sus atractivos turísticos de mayor importancia es la escenificación de diversas leyendas. / Cortesía: Noches de Leyendas Huasca

En las afueras de Huasca de Ocampo, existe un puente conocido como el Puente de los Suspiros. Se dice que en este lugar, durante las noches de luna llena, se puede ver el fantasma de una mujer vestida de blanco que camina por el puente y desaparece misteriosamente.

Cuenta la leyenda que, hace muchos años, una mujer que vivía muy enamorada de un hombre, lo vio partir hacia la capital del país en busca de un futuro mejor para ambos, una noche de luna llena. La amada se despidió de él con un gran beso seguido de un gran suspiro, con la promesa de volverse a encontrar unos meses después.

El tiempo pactado llegó, la mujer llegó al puente donde se despidió de él, pero este nunca llegó. ¿Qué pasó con el enamorado?, nunca se supo, unos aseguran que murió en la capital, otros más que encontró mujer e hizo vida con ella, lo único cierto, es que los años pasaron y la mujer lo esperaba cada luna llena. El tiempo cobró su factura y la enamorada murió.

Entonces, aseguran, cada luna llena se aparece la hermosa mujer, quien pena por el regreso de su amado. Incluso, si bajas el vidrio del auto o pasas lento, puedes escuchar los suspiros que lanza hacia su amado.

También en Huasca, pero en uno de los puentes colgantes de la hacienda Santa María Regla, se da otra leyenda de este bello pueblo mágico.

Se cuenta que Pedro Romero de Terreros, dueño de la hacienda de Santa María Regla, tenía una hija muy hermosa. Con frecuencia, el poderoso hombre la llevaba a este lugar para que lo acompañara, y entre esas visitas, ella se enamoró del capataz.

Se cuenta que el acaudalado hombre los sorprendió besándose en uno de los puentes de la hacienda, lo que lo enfureció tanto que arrastró a su hija por las escaleras y, finalmente, la arrojó desde el puente.

El capataz no corrió mejor suerte; fue brutalmente torturado frente a otros trabajadores como advertencia de lo que les sucedería si osaban aspirar a estar con alguien de su clase social. Finalmente, fue decapitado.

Se dice que el hombre enterró y emparedó partes de los cuerpos por toda la hacienda, y que hoy en día se pueden ver las siluetas de ambos en la penumbra de los túneles y grandes habitaciones del lugar.

Así, las almas de estos dos seres cruelmente asesinados vagan por la eternidad, sin haber podido vivir su amor.

Este puente es ahora conocido como el Puente del Beso de los Enamorados en Santa María Regla.