Entre 70 y 80 por ciento de los árboles plantados en las calles y áreas verdes de urbes son especies exóticas, que aunque brindan oxígeno y captan dióxido de carbono, no interactúan con otros organismos como los polinizadores, lombrices, hongos y bacterias.
Por ello, se deben privilegiar las especies oriundas, para conservar la biodiversidad, explica Ivonne Olalde Omaña, encargada del Programa de Propagación de Plantas Nativas para Uso Urbano, del Jardín Botánico de la UNAM.
“Si quitamos una especie nativa para poner una exótica -que crecen en otras zonas o vienen de otros países- además de perder esa especie, alteramos la red de interconexiones que hay”, añade.
Generalmente, plantea, las personas piensan en poner el árbol más raro que puedan encontrar, el que nadie tiene, sin analizar si es grande o idóneo para su cepa de 50 por 50 centímetros y de esta manera empiezan los problemas.
Abundó en los anteriores, señalando que los árboles inadecuados para la ciudad rompen la banqueta, compiten con los cables que hay en las calles, topa con edificios y propicia los “mochen” constantes, o los poden y haya árboles totalmente mutilados, manifestó.
Ante ello, señala que entre los árboles ideales para la ciudad están el tejocote y el capulín, los cuales además dan frutos que sirven de alimento a aves y mamíferos; los tepozanes, pinos, encinos, madroños, bursera, tecoma o tronadora, esta última da una flor parecida a la jacaranda de color amarillo.
“Nadie niega la belleza de las jacarandas, pero es una especie exótica y las abejas no la polinizan y, en cambio, cerca de la tecoma siempre hay abejorros, abejas, colibríes, lo que es muy importante”, puntualizó.