La tarde del domingo 12 de marzo, alrededor de las 6:00 de la tarde, el cielo en la región del Valle del Mezquital se nubló, no por alerta de lluvia, sino por una tormenta de polvo, la cuál cubrió los poblados y tierras de esta zona de Hidalgo.
Los campesinos se alegraron al ver que posiblemente la lluvia llegaría a sus tierras, sin embargo se llevaron una sorpresa o desilusión, ya que lo que llegó fue una polvareda.
Según biólogos consultados por esta casa editorial, informaron que las tormentas de arena y polvo suelen ocurrir cuando fuertes vientos arrastran grandes cantidades de arena y polvo de suelos desnudos y secos, hacia la atmósfera.
Las partículas de polvo, una vez liberadas de la superficie, se elevan a niveles más altos de la troposfera a causa de una mezcla turbulenta y corrientes convectivas. El viento puede transportarlas por distintos períodos de tiempo, dependiendo de su tamaño y de las condiciones meteorológicas, antes de depositarlas otra vez en la superficie.
El polvo en suspensión en el aire constituye un grave riesgo para la salud humana; las partículas de un tamaño superior a 10 μm no se pueden respirar y dañan solo los órganos externos (causan principalmente irritación en la piel y los ojos, conjuntivitis y mayor susceptibilidad a las infecciones oculares).
Sin embargo, las partículas que se pueden inhalar, son aquellas con un tamaño inferior a 10 μm, y en general quedan atrapadas en la nariz, boca y la parte superior del tracto respiratorio, lo que se puede asociar a trastornos respiratorios como el asma, la traqueítis, neumonía, rinitis alérgica y la silicosis.
Sin embargo, partículas más pequeñas pueden penetrar hacia la parte inferior del tracto respiratorio e ingresar al torrente sanguíneo, desde donde pueden afectar todos los órganos internos y causar trastornos cardiovasculares.
El polvo también tiene un papel importante en la transmisión de la fiebre del valle (enfermedad que puede ser mortal) en el suroeste de los Estados Unidos y el norte de México al transportar las esporas del hongo Coccidioides.
Así mismo, tiene muchos efectos negativos en la agricultura, como la reducción del rendimiento de los cultivos al enterrar los plantones, la pérdida de tejido vegetal, la reducción de la actividad fotosintética y el incremento de la erosión del suelo.