En cada fiesta patronal, celebración familiar, festival comunitario o de pueblo, en las comunidades del Valle del Mezquital, es común encontrar las bebidas conocidas como “pitufos” o “azulitos”.
Estos brebajes se han popularizado entre los jóvenes y adolescentes por su sabor o color peculiar que pinta en tonos azules la lengua así como los labios una vez ingeridos.
Son una mezcla de vodka, chile en polvo sabor mora azul, chamoy líquido, energizante, curaçao azul, cerezas marrasquino, agua mineral y hielos, los cuales se mezclan en un vaso de medio litro o un litro.
Su sabor es dulce, sin embargo hay que beberse con medida, sin excesos, ya que si se excede su ingesta puede provocar que el bebedor se alcoholice.
El nombre de “pitufos” se debe a la peculiar serie de historietas juveniles belgas creada por Peyo en 1958, que cuenta la historia de un pueblo imaginario de pequeñas criaturas azules que viven en un pueblo de hongos en medio de un vasto bosque y que son perseguidos por el monje Gargamel y su gato Azrael.
Esta serie animada incluso llegó a la pantalla grande, donde los duendecillos o gnomos, relataban sus aventuras y escapaban de Gargamel, quien los quería atrapar y extraer su esencia.
Los puestos pitufos se instalan en las riberas de los parques acuáticos del corredor de balnearios del Valle del Mezquital, y en las inmediaciones de las fiestas patronales, donde ofertan en 50 y 100 pesos o más cada vaso.
En los bailes de feria, partidos de futbol o basquetbol, jaripeos, rodeos, baile, carreras de caballos o de tractores, esta bebida puede disfrutarse sin excesos acompañada de la gastronomía local.