Ni invernadero ni proveedor local o cercano existe para que los floristas instalados en el corredor de locales a un costado del panteón municipal de Pachuca se abastezcan, el dinero se invierte en la Central de Abasto de Ciudad de México (CDMX), precisó Lorenza, quien lleva 36 años de su vida dedicada a la venta.

Le gusta que le digan “Lore”, como se llama su negocio identificado con el número 16 de esa zona, quien externó que desde hace 15 años las ventas “son bajas, antes e vendía más” y no se diga después de la pandemia del Covid-19, dos años cerrados sus puntos de venta, “tocamos fondo”, sus hijos le apoyaron económicamente “para comer”.

Desde los 16 años de edad se dedicó a la venta de flores, primero pagaba flete, luego cuando tenía 35 años y por un lapso de siete condujo ella sola una camioneta a la CDMX y de regreso, “eran otros tiempos”, hoy y de aproximadamente seis años a la fecha la inseguridad en la carretera tanto en Hidalgo como en el Estado de México se volvió peligrosa por la ola de asaltos, ella y su esposo han sufrido dos: les quitaron dinero y mercancía, relató.

Y en las tres entidades que cruza para surtirse de flores, las “mordidas” de los policías “son tiro por viaje”, y en la CDMX los “montachoques”.

Para ella como el resto de sus compañeras, son tres las temporadas de ventas: 10 de mayo, Día del Padre y la que se avecina de Fieles Difuntos; en la primera estaba en 150 pesos la docena de rosas, ayer la vendía en 80.

Todas sus flores son de invernadero para soportar la exposición y resistan varios días, apuntó.

Comentó que es mejor el cempasúchil criollo (mexicano), dura más que el chino, éste se “quiebra” y la bola (flor) es más grande.

Invitó a la gente “a visitar a sus difuntos, los tienen abandonados” para las fechas siguientes del Día de Muertos; recordó que muchos de sus clientes fallecieron a causa del Covid-19.