Pachuca: continúan sin retirar cascajo de la “casa del vampiro”

Vecinos argumentan que el municipio debe hacerse responsable ante la aparente inexistencia de propietario 

Sonia Nochebuena / El Sol de Hidalgo 

  · viernes 4 de octubre de 2024

Puede ocasionar accidentes a las y los peatones / Wendy Lazcano / El Sol de Hidalgo

Por sexto día consecutivo permanecen tirados los escombros originados a partir del desplome de una barda de una antigua edificación, en la calle Doria en el barrio El Atorón, ocurrido en la mañana del pasado viernes 27 de septiembre.

Vecinos argumentaron que, aunque se trate de una propiedad privada, las autoridades del municipio de Pachuca deben hacerse responsables, pues al parecer permanece abandonada desde hace varios años.

“No conocemos al dueño de la vivienda, unos dicen que murió hace 30 años y desde entonces no sabemos, desconocemos quien sea el responsable. Nunca he visto que alguna persona esté pendiente de la vivienda”, informó una de las vecinas y comerciante de la calle Doria, Graciela Gómez.

Agregó que es necesario que retiren el material porque representa un peligro para las personas, ya que pueden resbalar y caer; además, por las constantes lluvias, el escombro puede ser arrastrado hacia la calle Mariano Abasolo y obstruir el tránsito.

Graciela como otros vecinos están con la inquietud de que pueda caer el resto de la estructura, compuesta por una vieja fachada de adobe, tabique y cemento, ya que las lluvias y los fuertes aires pueden ocasionar el derrumbe.

La antigua vivienda esta ubicada en la esquina de la calle Doria y San Martín, detrás del histórico Edificio Abasolo de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), en uno de los barrios altos más emblemáticos de Pachuca y a unos 200 metros de distancia de El Reloj Monumental.

Popularmente es conocida como la “casa del vampiro”, apodo que impusieron los vecinos de la zona. Así lo nombraron los hoy adultos mayores porque coinciden en que un hombre, médico de profesión, subía por las tardes al techo de su casa y extendía su gabardina color negra, dando la impresión de una enormes alas o, en otras ocasiones, cruzaba sus brazos pegados al pecho, como lo hacen los “vampiros” de las películas.