De acuerdo con datos arrojados en 2019 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en materia de bullying en educación básica, nuestro país ocupa el primer lugar a nivel internacional, es decir, más de 18 millones de estudiantes de primaria y secundaria sufrieron violencia escolar.
“El acoso escolar o bullying es un comportamiento deliberado y repetido en el tiempo para dañar a otra persona y ocurre en un contexto interpersonal, involucrando un desequilibrio de fuerza o poder. Se puede iniciar como un incidente en el aula o espacio escolar y la víctima comienza a ser objeto de burlas, apodos, exclusión social y frecuentemente de violencia física”, afirma Milagros Figueroa Campos, académica de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
En ocasión del Día Escolar de la No Violencia y la Paz, que se celebra el 30 de enero, señala: como consecuencia de este fenómeno las víctimas podrían empezar a desarrollar reacciones de tipo psicológico (ansiedad, insomnio, llanto, tristeza); psicosomáticas (dolores de cabeza o de estómago) y escolares (bajo rendimiento y ausentismo).
Existe también el ciberacoso, que es la violencia ejercida a través de medios electrónicos, se presenta desde hace tiempo pero se intensificó durante la pandemia por la Covid-19; es algo que nunca termina: en internet o en redes sociodigitales los jóvenes son intimidados, se publican sus fotografías que incluso ignoraban que se las habían tomado, o escriben mensajes denigrantes, situación que los obliga a cambiar el número de su celular o cuentas en plataformas virtuales.
Al continuar, Milagros Figueroa Campos destaca que para evitar el acoso escolar es importante que los padres de familia estén cercanos a sus hijos. En estos momentos de pandemia existe esta posibilidad y, sobre todo, de buscar oportunidades para comunicarse y relacionarse entre los miembros de la familia.