En la central de abastos de Pachuca, el acceso a los consumidores se permite sin considerar los niveles de aforo autorizados por las autoridades sanitarias, de manera que los tumultos en los pasillos son tan comunes como si fuera un día sin pandemia.

No obstante, clientes y vendedores portan el cubrebocas bien puesto, muestra de que la población por fin ha comprendido la importancia de esta medida preventiva. Todos van, vienen y conviven con el virus que aún mantiene al mundo en alerta.

En el lugar son menos los que transitan con el rostro descubierto, principalmente diableros y algunos de los vendedores ambulantes.

La totalidad de los locales ahí instalados están abiertos y operan con normalidad, mientras que la actividad económica se nota fluida y con ventas, según constató este diario durante un recorrido realizado por el lugar.

A un año y medio de la pandemia, ya no se aplican filtros sanitarios en los accesos de manera permanente. Mientras que el arco sanitizante habilitado en el lugar luce en mal estado y de acuerdo con versiones de comerciantes únicamente presta servicio hasta las tres de la tarde, pese a que a esa hora la afluencia aún es totalmente significativa.

Pese a que no funciona, los visitantes pasan por debajo de él, con la intención de apegarse a las normas sanitarias para prevenir los contagios de Covid-19, aunque los protocolos ya no se sigan al cien.

A finales del año pasado, la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) promueve la realización de faenas de desinfección y lavado de espacios con cloro, no obstante, a la fecha ya no se ha informado sobre estas acciones.