La Organización Mundial de la Salud (OMS), dio a conocer que el uso de aguas termales puede ayudar al tratamiento de diversas afecciones, pero definitivamente está lejos de brindar la cura total de enfermedades.
Diversos estudios han comprobado científicamente que las propiedades de las aguas termales tienen grandes efectos positivos al entrar en contacto con la piel del ser humano, entre ellos el aumento considerable de la temperatura corporal que ayuda a mejorar la circulación sanguínea, oxigenación y eliminación de toxinas.
También estimula el sistema inmunitario y aumenta la producción de endorfinas que pueden aliviar dolor y dan la sensación de bienestar, mejora el proceso metabólico y facilita la digestión de todo tipo de alimentos, produce un efecto depurativo en la sangre, relaja la tensión y disminuye los dolores musculares.
Incluso las personas que tienen enfermedades en la piel como la dermatitis y la psoriasis pueden mejorar con los baños termales de manera recurrente.
Los médicos y especialistas recomiendan prudencia en el momento de tomar un baño de aguas termales, las recomendaciones son: aclimatarse antes de entrar en contacto con el agua y esperar para darte el primer baño, es mejor ir poco a poco y comenzar a activar la circulación sanguínea progresivamente, las mujeres embarazadas tienen restricciones a la hora de bañarse y no es recomendable pasar más tiempo del indicado en las piscinas.
Las aguas termales son aquellas que proceden de las capas subterráneas de la tierra y emanan a la superficie con una temperatura al menos cuatro grados centígrados más alta que la media de la localización donde se encuentran.
La clasificación de las aguas termales de acuerdo a su temperatura si el agua emana a más de 45°C son aguas hipertermales, si tienen de 35°C a 45°C son aguas meso termales, de 21°C a 35°C son aguas hipotermales también conocidas como poco frías y si la temperatura es menor a 20°C es agua fría.