Los campesinos de la región del Valle del Mezquital han invertido a través de créditos, remesas o ahorros en la construcción de naves de invernaderos, donde comenzaron con la plantación de tomates rojos a través de la técnica de hidroponía, para recolectar y vender esta verdura en los mercados locales e internacionales.
En la actualidad enfrentan retos en el desarrollo de sus cosechas debido al incremento en el costo de los fertilizantes, agroquímicos, y plaguicidas, así como la llegada de la virosis, plagas o enfermedades que merman la productividad de esta verdura.
Esto ha ocasionado que el ciclo de vida de los jitomates haya bajado de seis meses a cuatro meses, lo que ha mermado la productividad, ingresos y utilidad, de los agricultores.
Situación que mantuvo su producción y rentabilidad en números rojos durante años pasados, informó Genaro Trejo, labriego de la comunidad de La Estancia, Chilcuautla, localidad que es una de las principales productoras de jitomate en la región del Valle el Mezquital.
Según los campesinos, esta situación incluso estuvo a punto de cerrar o llevar a la bancarrota a algunos de ellos, ante ello los labriegos han migrado hacia los Estados Unidos, otros han buscado soluciones como la utilización de fertilizante orgánicos, o bien cultivar otras verduras, legumbres u hortalizas.
En los invernaderos en la actualidad, producen pimiento morrón, pepinos, lechuga, fresas, entre otros productos del campo, sin embargo las condiciones económicas nacionales y el nulo apoyo que reciben del gobierno, mantiene en la zozobra y vulnerabilidad a los campesinos, relató.
La capacidad de producción y de la venta de jitomates según Genaro Trejo, ha rebasado la actividad turística, como actividad económica preponderante y con mayores ingresos en el Valle del Mezquital.
En la pandemia cuando los parques acuáticos cerraron, el trabajo en los invernaderos continuó, y muchos de los trabajadores y prestadores de servicios turísticos migraron hacia la agricultura tecnificada, relataron los campesinos.