El Santo, icono de muchos, ídolo del pancracio mexicano y que rebasó fronteras, cumple este 5 de febrero, 35 años que dejó su legado.
Murió en 1984, pero vive su recuerdo y su legado.
Rodolfo Guzmán Huerta, nació un 23 de septiembre de 1917, en Tulancingo. De hecho en el Registro Civil de esta ciudad está una copia de su acta de nacimiento, fue registrado como “Rodolfo Campuzano”, se desconoce el motivo por el cual, hubo esa equivocación o si sería a propósito, pero ahí el acta.
Su papá Rodolfo Guzmán Campuzano, originario de “de Huayacocotla, Veracruz, soltero y comerciante, vecino de la ciudad con habitación en la casa número 48 en la quinta calle de Morelos” y lo registró como hijo natural, se cita en el documento. En esta ciudad, hay una estatua que se erigió en su honor, en el Corredor de los Museos.
LA FAMILIA TUVO QUE EMIGRARA Para 1920 El Santo, arribó al Barrio de Tepito en la Ciudad de México.
Ahí se crió y creció, en el ámbito deportivo, tal vez ni siquiera imaginó que sería luchador, porque primero fue beisbolista y también gustaba del futbol americano.
Aunado a que aprendió lucha grecorromana. Destacado no solo por ser un gran representante de la lucha libre, querido y respetado en otras naciones, como en Japón, igual, triunfó en las llamadas “películas de culto”.
De hecho fuero 52 filmes, siendo un ícono de la justicia en filmes: “Santo contra las mujeres vampiro” y “Santo contra el Doctor Muerte”, “Santo contra las Momias de Guanajuato”, “Santo contra los Zombies”, “Santo contra el Cerebro Diabólico”, “La furia de las karatecas”, entre otras tantas.
El héroe popular, fue además, motivo de historieta. En 1952, cuando el editor José Guadalupe Cruz comenzó a publicarla.
El Santo nunca perdió su máscara de plata en el cuadrilátero, hasta que terminó su carrera en la lucha libre 1982. Idolatrado, por muchas generaciones, es considerado el máximo exponente de la lucha libre mexicana.