TLAHUELPAN.- El día que explotó el ducto, recuerdan Ignacio Rivas Sarabia y Esthela Rufino López, desde su casa veían como se elevaban las llamaradas. Ellos no se acercaron al sitio de la explosión y la noticia de la muerte de su yerno les tomó por sorpresa.
Esthela Rufino dice que era un hombre trabajador, buen esposo y padre, que desesperado por la escasez de combustible que se registraba en esos días, acudió a tratar de conseguir un poco de gasolina que, les aseguraron, estaban regalando.
Esthela Rufino dice que el incendio ocurrió en una milpa ubicada en las cercanías de San Primitivo, mientras decenas de personas recolectaban combustible que brotaba de una toma clandestina. Afirma que “los verdaderos culpables que andaban en el huachicol no les pasó nada”.
La mujer insiste: “Créame que si ellos acudieron ahí fue por la necesidad de la gasolina, que en esos días por ningún lugar se encontraba. No fue por vandalismo, sino por necesidad acudió la gente; porque en el teléfono estaban diciendo que regalaban gasolina”.
Argumenta que en otras ocasiones se registraron fugas y nadie se acercaba porque no había necesidad del combustible.
QUE AYUDEN A LA VIUDAS
Esthela Rufino aprovecha para hacer un llamado al gobierno federal y estatal que ayude a las viudas, porque dice todas tienen sus niños chiquitos.
“Mi hija quedó con dos niñas chiquitas. Y no habló solo por ella, sino por las familias que quedaron desamparadas”.
Pidió al presidente de la República Andrés Manuel López Obrador y al gobernador Omar Fayad Meneses, “que no se olvide de todos los inocentes, viudas, que quedaron desamparados”.