“Ni sufrida ni pobre la vida de un payaso”. Creen que el payaso es el pobre, pero cuando les das el presupuesto, el pobre es el cliente, así se expresaron el presidente de la Asociación de Payasos de Hidalgo, el mago “Roandy” (Andrés Baca Gómez), y los artistas de la risa: “Candy Caramelo” (Leslie Amairani Zamora Guerrero), “Tribolín” (Emiliano Martínez Ramírez) y “Letoto” (Víctor Salinas García).
Luego de pasar por una larga temporada “espantados por el contagio” del Covid-19, este 2023 se está “nivelando” para el gremio, quienes para no quedar al margen de estos tiempos, en sus espectáculos incluyen “malas palabras” y música del género reggaetón porque se los piden.
“Haces conciencia en ellos, que los papás han dejado que sus hijos escuchen ese tipo de lenguaje y música”, de ahí que sea aceptada.
Como parte de refrescar sus contenidos de sus presentaciones, por ejemplo, ahora les piden el tema “Barbie”, lo que hacen es que usan pelucas rubias y en su indumentaria y demás utilería sea rosa.
Otro aspecto que ha cambiado es que el público infantil ya no ha escuchado a Cri-Cri u otras del pasado, por eso introducen el reggaetón, entre otros tipos de canciones.
El tiempo pospandemia provocó que los contraten en la fecha en que es el cumpleaños, “no esperan a un fin de semana”, la gente está ávida de divertirse.
En el caso del mago “Roandy”, refirió que la nueva versión de la película “It” (“Eso” en español) generó que algunos infantes no quieran payasos en sus fiestas y lo buscan a él.
Para él, ésta época se mantiene igual que antes: los espectadores siguen en la línea de descubrir cómo hace el truco, “la magia es el suspenso y el qué va hacer”.
Estimó que en Hidalgo hay más de 600 payasos, la mayoría menores de edad, jóvenes y “muy pocos” que rebasen los 50 años de edad, aproximadamente 60 en Pachuca, y de magos cinco a seis.
Como parte de la llamada inclusión, “Tribolín” estudi y se especializó en audiencias con discapacidad.
Solamente hay una escuela para aprender a ser payasos en Latinoamérica, la Universidad Mesoamericana de Artes de Puebla, apuntó.´
Entre los proyectos que no han podido concretar la Asociación es el Museo y Escuela del Payaso en Hidalgo.
Ser payaso es de “lo más noble, es un reconocimiento en todos lados; como persona o civil pierdes tu nombre verdadero hasta en tu familia” y es un mito que tiene la gente que es sufrida y se es pobre, por el contrario sus aditamentos no son baratos.
A “Candy Caramelo” le lleva 40 minutos transformarse; “Tribolín” 57 minutos cronometrados, y a “Letoto” (el que más habla de todos) una hora “más la vestimenta”.