El sacramento de la confesión en la religión católica es uno de los más importantes debido a que los feligreses, mediante él, pueden manifestar sus malas decisiones ante el sacerdote y así aminorar la carga de sus pecados a través del arrepentimiento y la oración.
En ese sentido, creyentes católicos han optado por sólo asistir a los recintos religiosos y escuchar la palabra, sin ser partícipes de la eucaristía; tal es el caso de Mónica Arreola, quien asiste regularmente a la iglesia, pero prefiere omitir el acto de la confesión.
“Creo que de todos modos Dios me ve, me escucha y pues a él me dirijo, le pido perdón, hago mi oración…hay cosas que prefiero guardarme para él y para mí, no veo necesario decírselas al padre”, externó.
De igual modo, Pedro Flores, refirió que aunque su esposa le dice que se acerque al confesionario, elige no hacerlo debido a que no puede hincarse: “Tengo un problema en mis rodillas, no puedo pasar mucho tiempo agachado, es eso y aparte ya sé lo que el padre me dirá…sólo rezo mis aves marías y mis padres nuestros”, contó.
Por su parte, los asistentes más jóvenes, mencionaron que no les llama la atención contar su vida a extraños: “Mejor le cuento a un amigo o a mi mamá lo que me pasa o lo que hice mal, ya ellos me regañaran o me darán un consejo, pero al padre la verdad no”, dijo.
Al respecto, la iglesia ha insistido en la importancia del acto de la confesión, invitando a la población a externar mediante los sacerdotes sus pecados para el perdón de los mismos.