Estela Alatriste Hernández confesó que le fue muy difícil aceptar a su único hijo con craneosinostosis. Simplemente, no lo creía, fue duro. Nunca lo esperó.
Al año y medio de edad fue diagnosticado. Estela sufrió, no podía creerlo, porque ella y su esposo son sanos, también sus respectivas familias.
Cuando Marquito, como lo llaman, tenía un año y ocho meses fue sometido a una tomografía resultando con suturas cerradas del cráneo. La única solución era una cirugía, pero no contaban con el dinero.
El Hospital del Niño DIF Hidalgo les cobraba 40 mil pesos y, en caso de complicarse, podría elevarse la cantidad. No podía pagarlo pues su esposo se dedica a la limpieza del calzado.
De verdad su anhelo era la operación, pero tampoco estaba muy segura de hacerlo. Pasaron algunos meses, nuevamente, lo valoraron y el médico le indicó que la cirugía podía esperar, mientras recomendó terapias.
Desde ese momento Marquitos fue constantemente a terapia, sorprendentemente avanzó mucho y de las grandes bondades ha sido el apoyo de la doctora María de Lourdes Sánchez Hinojosa, presidenta de la asociación Creneosinostosis México, con sede en Pachuca.
Estela vio grandes avances en su hijo, por lo que ya no fue necesaria la cirugía. Hoy, Marquito tiene cuatro años y va al preescolar. Se comunica perfectamente, es un poco hiperactivo, tiene un poco de problemas en la visión, pero, dentro de lo que cabe, es un niño normal.
Esto es resultado del amor y paciencia de sus padres, pues lo han convertido en un niño feliz y sano. Sin embargo, el camino ha sido doloroso en todos los sentidos, desde lo familiar, económico y social.
Estela expresó que no hay explicación de la craneosinostosis, el cual es un trastorno de nacimiento, donde las articulaciones fibrosas que unen los huesos del cráneo del bebé (suturas craneales) se cierran (se fusionan) prematuramente, antes de que el cerebro del bebé esté completamente formado. El cerebro no deja de crecer, lo que le da a la cabeza una apariencia deforme.