Leobardo recibió el pasado 1 de junio el poderoso impacto de un lanzador de granadas de gas lacrimógeno, eso lo mantuvo 15 días hospitalizado y finalmente falleció.
Ayer su cuerpo, dentro de un ataúd, fue colocado justo en el sitio donde cayó herido aquel día, en ese enfrentamiento que sostuvieron él y sus vecinos contra policías del estado.
Entre lágrimas su familia y amigos lo despidieron, frente a Palacio de Gobierno, exigiendo justicia por su muerte.
Una vez que se entonó el himno nacional en español y hñahñu, se realizó un pase de lista, con el cual, todos los presentes giraron al unísono el nombre de Leobardo, luego llovieron los aplausos.
Su madre lloraba desconsoladamente a lado del féretro. No hubo violencia, la gente se retiró de forma pacífica en caravana, con dirección a Xuchitlán, San Salvador, para darle sepultura. Afuera de gobierno quedaron flores y veladoras para guiar su camino al más allá.
Alrededor de las 14 horas llegó la caravana a la zona Centro de Xuchitlán, donde colocaron por varias horas el féretro para darle el último adiós a Leobardo Hernández.
Se tiene programado llevar a cabo el sepelio mañana viernes, desde muy temprana hora en el panteón de la comunidad.