A cuatro años de que en México se detectaran los primeros casos de Covid-19, se han contagiado 968 mil 442 personas y han muerto 236 mil 107, de acuerdo con el acumulado de febrero de 2020 al corte del último día de febrero de 2024, por lo que Marlene Sandoval Pérez, actual médico coordinador del Hospital Cruz Roja Pachuca Sur, revivió aquellos días de la emergencia sanitaria registrada en Hidalgo y de la cual no escapó al contagio.
“Durante la pandemia fui una de las médicos que sí atendí muchos pacientes con Covid-19 en el sector público y privado, y no solo leves también en terapia intensiva junto a otros colegas intensivistas, neumólogos, y ahí reafirme mi vocación como médico: la gente nos necesitaba y no podía negarse nuestros servicios y conocimiento; fue una enfermedad que nos sorprendió a todos porque no había tratamiento, por ser nueva”.
Así recordó aquellos momentos y detalló que en aquella etapa asumió su papel en el sector de la medicina pública y en un hospital particular, ambos en Pachuca, para brindar atención a los que habían contraído el SARS-CoV-2, nombre correcto del virus.
Hoy sabemos, por las autoridades de salud mundial y la prensa, que los primeros casos del nuevo coronavirus surgieron en China, en pleno diciembre de 2019 (de ahí que se denominó Covid-19, nombre correcto de la enfermedad), cuando el país tiene un alto auge de turismo internacional y que genera derrama económica, también que se pudo prevenir la pandemia si los mandatarios de las naciones hubieran cerrado sus fronteras y terminales por donde llegaron los primeros casos, como sucedió en México y en especifico así pasó en Hidalgo.
Tras la declaración de la Organización Mundial de la Salud el 30 de enero que se trataba de una epidemia de preocupación internacional, en Hidalgo el gobierno la decretó en marzo 19, Marlene recordó “la impotencia de que muchos pacientes no salían adelante por comorbilidad (dos o más trastornos o enfermedades que ocurren en la misma persona); una patología que no respetó sexo, edad, condición económica, religión, y no sólo se morían los diabéticos, hipertensos, con cáncer, también mucha gente sana, deportista”.
A la vuelta de cuatro años “me queda la satisfacción como médico haber aportado en la práctica médica ayudar a que muchas personas vivieran porque tu aprendes a que no había una receta, tratamiento o vacuna y luego se veía largo que llegará la vacuna”.
Se Contagió de Covid
Cuando enfrentaban un panorama adverso nacional, “falta de medicamentos, no los había suficientes, hospitales llenos donde muchas personas no pudieron ingresar para atenderse y fue un momento estresante”, cuando a pesar de llevar todo el equipo protector “mascarilla KN-95, el traje blanco, gorra, guantes, botas, careta y lentes, y aún así” contrajo el SARS-CoV-2.
Era el 31 de enero de 2021, el tercer pico, la tercera ola, estaba dando consulta en un hospital privado, “lo recuerdo muy bien”, fue un paciente grave que venía tosiendo sin protección facial lo mismo el resto de su familia, como 10, “ahí es donde yo asumo”.
Y entonces llegó la “otra parte”: ser un enfermo de COVID-19.
Su responsabilidad ya no era de ser médico, era con “la familia: esposo, urgenciólogo, y dos hijos, en aquel entonces uno de 10 y el otro de 15 años”, quienes salieron positivos a la prueba de detección y aislarse, cada quien en una habitación.
Sus hijos recibiendo clases en línea, “ninguno desarrolló neumonía como yo”.
Ella por su parte, continuó con la atención a sus pacientes de primera y seguimiento a los que contrajeron el nuevo coronavirus, mediante videollamadas, lo más sorprendente del uso de la tecnología que le permitía dar consulta a distancia fue que tuvo que enseñar en por esa vía a los cuidadores de los enfermos graves inyectar o canalizarles para recibir suero de forma intravenosa.
“Tuve pacientes de Cancún, Tampico, Oaxaca, Acapulco, Puebla y Tlaxcala”.
Incluso ofreció servicios “fiados” y todos cumplieron pagando posteriormente, subrayó.
“Sí tuve mucho miedo de saberme contagiada, pero hacer lo que me correspondía como médico; pero cuando supe que el resto de mi familia estaba contagiada, el miedo ya no fue hacia mi persona, sino hacia ellos”. Fueron 15 días de aislamiento.
La segunda vez que la contrajo fue la versión Ómicron, “fue leve, estaba vacunada” y no alcanzó a su familia.
Hoy la recomendación es que se vacunen, no solo para ésta, sino para todas las demás enfermedades prevenibles, “es importante tener el esquema completo, nos evitan la muerte y/o secuelas”.