El 3 de julio, la iglesia católica celebra a Santo Tomás Apóstol, quién al principio fue incrédulo sobre la resurrección de Jesús y luego se convenció de todo al tocar sus heridas, convirtiéndose en ferviente creyente y predicador; es considerado patrono de los profesionales en diversos rubros vinculados a la arquitectura, la construcción, la abogacía y la teología.
Durante la homilía es común escuchar que los feligreses recitar la frase “Señor Mío y Dios Mío”, en el momento de la Consagración del Cuerpo y la Sangre de Jesús, palabras que provienen de Tomás, el apóstol incrédulo, quien de acuerdo a información difundida por la revista Desde la Fe, recitó al tocar las heridas de Jesús Resucitado.
Luego de la Pasión y Muerte de Jesucristo, este se les presentó a sus discípulos para mostrarles sus llagas y decirles que había resucitado, sin embargo, según la historia, Tomás no estaba con ellos en ese momento y no lo vio, por lo que cuando otros le contaron que el Maestro estaba vivo, no les creyó.
Fue hasta otro encuentro con Jesús, cuando Tomás exigió meter sus dedos en las llagas de sus manos y pies, y meter su mano en la herida del costado para poder creer que había resucitado, por lo que al comprobar la situación, cayó rendido y le brindó devoción con la frase anterior, a lo que Jesús respondió, “Dichosos nosotros que sin haber visto, creemos”, palabras que los creyentes católicos pueden encontrar en el capítulo 20 del pasaje bíblico de Juan.
En el Evangelio, Tomás es llamado varias veces "el Mellizo" o "Dídimo" en griego y llevó la palabra a los pueblos de la India, hasta que fue martirizado el 3 de julio del año 72; su imagen es comúnmente representada de pie, o de rodillas en señal de respeto, con un libro en las manos y en algunos casos con una escuadra de arquitecto, lo que lo hace acreedor a ser el patrono de este tipo de profesionistas.