La Pasión de Cristo en Tulancingo congregó a cientos de personas que destinaron este Viernes Santo a vivir la vía dolorosa, partiendo desde la Catedral Metropolitana para recorrer varias calles de la ciudad; Viacrucis que presidió el arzobispo de la Arquidiócesis, monseñor Domingo Díaz Martínez. Ejercicio piadoso, propio de la Cuaresma, que ayuda, dijo el prelado, a recorrer con Cristo su camino, y que Él nos invita a cargar con la propia cruz, para ser dignos de Él. De hecho, en este Viacrucis participaron varios adolescentes, en ocasión del año dedicado a la juventud en el mundo, aprobado por la Santa Sede. Don Domingo emitió reflexiones en cada una de las 14 estaciones, sobre todo enfatizando rescatar los valores.
La devoción se notó en las calles de la ciudad por cientos de feligreses, quienes caminaron con la imagen de Jesús y de María. “Todos los días tenemos que hacer las cosas bien, esa es nuestra cruz”, dijo el prelado “y con esa cruz como Jesús llegaremos hasta el cielo”. La jornada inició a las 8:00 de la mañana de este Viernes Santo. Se recorrieron las arterias de Tulancingo, incluyendo Manuel Fernando Soto, Hidalgo, 21 de Marzo, la carretera a Cuautepec, Allende, Doria hasta llegar a la sede metropolitana de Catedral. Monseñor y el párroco Juan Bautista encabezaron los pasos de los fieles católicos; se detuvieron en cada una de las estaciones para escuchar la descripción de la Vía Dolorosa, pero además en cada uno los mensajes que emitió don Domingo, refiriéndose principalmente a los jóvenes:
“No hemos defendido a los jóvenes de la droga, ni a los pobres de las injusticias”; luego exhortó a defender las causas justas. Plegarias y las alabanzas se escucharon en los Misterios Dolorosos de Jesús, se vivieron con gran fervor. “Hay que enseñar a los niños y los jóvenes a cargar su cruz, les habremos dado una buena herencia; ojalá en nuestra comunidad parroquial acompañemos a nuestros jóvenes a cargar su cruz”. Quienes integraron esta tradición mostraron su fe, tanto de forma espiritual como físicamente para la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, narrada por los fieles. Dijo don Domingo pedirle a Dios “nos regale jóvenes líderes, valientes y con sentimiento de amor por los que sufren y que no caigan en vicios, maldad y pobreza”.
“Limpiemos el rostro de los jóvenes, y entonces recibiremos una recompensa si nos acercamos al que sufre, lo alentamos y lo ayudamos. Alentó a los jóvenes a cumplir con el cuarto mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre. Dales alegrías, no tristezas, toma tu cruz. Haz lo que te corresponde y hazlo bien. Enseña a los niños también a hacerlo”. Asimismo, en más de una estación, el jerarca de la Provincia Eclesiástica de Hidalgo destacó el valor de la mujer en la sociedad, ya que “ella es de igual dignidad que el hombre, aunque todavía en nuestro tiempo sea visto de menor valor”.