Por primera vez la Danza de los Voladores es aprendida por niños de la ciudad de Tulancingo, gracias al grupo de los Voladores Aztecas de la Sierra Norte de Puebla.
Esta escuela de danzantes es dirigida por el señor Gilberto González Palacios, quien es originario de Copila en Naupan, estado de Puebla, quien radica en Tulancingo desde hace 17 años, donde ha luchado por preservar esta antigua “ofrenda viva”.
“Ellos están conmigo, son mis nietos, sobrinos, toda la familia. Lo que estamos pretendiendo es ensayar a los niños, porque los niños son las futuras generaciones”, dijo González Palacios.
Desde hace cinco años, Gilberto trabaja con los niños y niñas que aprenden y ejecutan este ritual, quienes son originarios de la colonia Paraíso.
Hace aproximadamente 450 años el pueblo totonaco padecía una fuerte sequía, ante tal situación, el grupo de ancianos sabios encomendó a cinco jóvenes puros encontrar el árbol más grande del monte, éste debía ser cortado y llevado a la comunidad para ofrendarlo con música y danza al dios Sol.
El sacrificio y humildad de los jóvenes elegidos hizo el milagro, la petición de clemencia de su ofrenda viva y audaz trajo abundantes lluvias; esta danza es un ritual que a lo largo del tiempo ha sobrevivido entre las comunidades indígenas de la Huasteca, particularmente de Puebla, Veracruz e Hidalgo.
“En Tulancingo es el primer grupo que hemos ensayado a los niños para mostrar cual es el trabajo que venimos realizando, somos voladores aztecas de la sierra norte de Puebla, radicados aquí en Tulancingo”, continuo Gilberto.
Con la intención de abrir una escuela donde se sumen más aprendices, el grupo actual está conformado por ocho adultos y diez niños y niñas entre los ocho y doce años, y próximamente harán el grupo juvenil, quienes ya tienen mayor experiencia en el proceso.