“Quiero estudiar para tener algo el día de mañana porque al final de cuentas uno no sabe qué nos depara. Yo creo que he tenido miedo, no he tenido valor de ir a gobierno y pedir apoyo por mi condición, pero el primer paso es estudiar y buscar la forma de salir adelante”, expresó Edgar Erick Rodríguez Ruíz, discapacitado visual.
Originario de Pachuca, Edgar tiene 28 años de edad y desde su nacimiento padece un problema visual de catarata congénita y por desprendimiento de retina en el ojo izquierdo perdió la vista.
Ahora se dedica a vender dulces en las plazas centrales de Pachuca y Tulancingo.
“Luego son bien encajosos allá. Una vez me robaron mi mochila y los policías cubren a los chavos que nos roban. Yo le dije al policía y no me hicieron caso, no hicieron nada”, dice Edgar sin malicia.
Entre charla y juego comenta cómo aprendió a leer y escribir braille en la Biblioteca Regional “Sor Juana Inés de la Cruz” de Tulancingo.
Al separarse sus padres, Edgar no ha sentido ningún rencor hacia su madre, ya que ella se fue a hacer una nueva vida a la ciudad de Tijuana.
“Mi mamá ya hizo su vida allá, al final uno tiene que equilibrar las cosas. No puedo hablar mal de mi mamá, ella me dio la vida”, dijo Edgar.
Su familia se conforma de 9 hermanos y hermanastros, a los cuales los trata por igual y actualmente vive con su pareja en la colonia 11 de julio en la ciudad de Pachuca.
Los doctores le han dicho que no puede hacer más esfuerzo para evitar perder la poca visibilidad que le queda en el ojo derecho, por lo que prefiere estudiar para tener otro trabajo y no caminar tantas horas diario.
Desde las 11 de la mañana hasta las cinco de la tarde vende dulces para sobrevivir. Edgar solo busca una oportunidad para salir adelante y crear un futuro mejor para él y su familia. Seguro de que lo va a lograr, se guía con su bastón de aluminio por las calles de Tulancingo que, en sus palabras, ya las hizo de él.