Guadalajara. A Cristina Pacheco (1941-2023) se le recuerda principalmente como periodista, con el micrófono en mano y la libreta recorriendo las polícromas de calles de la Ciudad de México, preguntándole a la gente sobre sus oficios y opiniones, sin importar su origen o condición social. Sin embargo, menos son los que saben que también escribió cuentos con la misma pasión y entrega.
Ahora, el nuevo libro “Mar de historias”, publicado por Tusquets, permite conocer de primera mano una de las facetas más creativas de esta emblemática comunicadora, quien por 30 años dedicó, cada sábado, con una constancia casi religiosa, por lo menos un “ratito de su tiempo” para escribir ficciones que solía publicar en La Jornada, en una columna llamada también “Mar de historias”.
“Este es un libro voluminoso, pero sólo es una antología de puros cuentos cortos que ella escribió cada sábado sin fallar para el periódico. Los textos eran tantos que cada cierto tiempo llegó a hacer antologías, pero ya llevaba tiempo que no publicaba y ella misma me comentó la posibilidad de hacer una nueva, pero siempre tenía demasiado trabajo.
“Fue así que cuando falleció y encontré en su computadora el inicio de una antología que pensé en que sería bueno hacerla, luego de que la editorial amablemente me lo sugirió para conmemorar el primer aniversario de su partida el próximo 21 de diciembre”, relata Laura Emilia Pacheco, hija de la periodista, en entrevista con El Sol de México.
Periodismo, complemento perfecto
Así, este libro, con más de 200 cuentos seleccionados de tal forma que fueran un muestrario de los distintos tópicos que Cristina realizó durante toda su carrera, los cuales, a decir de su hija, están ligados a las vidas de los habitantes de la Ciudad de México, espacio del que tuvo gran conocimiento por sus reportajes, como los que transmitía en su programa “Aquí nos tocó vivir”.
“Yo creo que el periodismo fue el complemento perfecto para que escribiera sus cuentos. Ella tenía una capacidad absolutamente asombrosa para captarlo todo. Te veía y te escuchaba y tenía una gran habilidad para descubrir quién eras, era muy buena haciendo mapas de personas.
Laura Emilia Pacheco asegura que con lo que queda por publicar podría compilar al menos otros cuatro o cinco libros, sólo de relatos cortos
“En verdad que era algo impresionante, porque incluso había gente que se le acercaba y le preguntaba cómo era posible que conociera la vida de su hermano o de su tía, porque leían su columna y realmente pensaban que hablaba sobre ella”, agrega la también editora que recuerda que como preparación de sus cuentos, ella la escuchaba sólo hacer algunas anotaciones y algunos comentarios al aire, los cuales, al salir los cuentos, adquirían sentido.
Desigualdad, abandono, machismo, vejez, amor, comprensión, solidaridad, son algunos temas presentes en estos textos, en los que aparecen como en un complejo mural personajes de todas las clases sociales, con sus matices y sus acentos. Todo con un agudo sentido del humor.
“Ella escribía con un lenguaje muy natural, sin nada impostado. Ninguno de los diálogos de los personajes fue metido con calzador, sino que realmente son expresiones cotidianas. Es por eso que su lectura resulta muy fluida, sin nada artificial. Con ella nunca se trató ni de atar, ni amoldar las cosas a lo que ella pensaba, sino por el contrario, lo que pasaba es que su pluma se amoldaba a lo que ella veía y escuchaba”, apunta Laura Emilia.
Material inédito
A pesar del abultado número de cuentos que reúne este tomo, Laura Emilia Pacheco asegura que con lo que queda por publicar podría compilar al menos otros cuatro o cinco libros, sólo de relatos cortos. Además de ellos, la editora asegura que hay más material que debería revisarse tanto de sus escritos que llegó a imprimir en otros periódicos como Unomásuno, Novedades y El Popular.
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“Yo espero que esta muestra sea de su agrado, pero que sobre todo sirva para conmemorar su aniversario. Para mí ha sido muy duro, porque a la hora que estaba haciendo esta selección de textos, por una parte era una experiencia deliciosa, porque realmente al leerla es como escuchar su voz, pero por otra aún estaba su ausencia. Entonces fue algo agridulce, pero bueno, este es un primer resultado”, finaliza.